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domingo, abril 22, 2007

ESOPO // FABULAS // 101-200

ESOPO - FABULAS - 101-200


101 – El ciervo, el manantial y el león.
102 – La cierva y la viña.
103 – La cierva en la gruta del león.

104 – La cierva tuerta.
105 – El ciervo y el cervatillo.

106 – El caballo viejo.
107 – El caballo, el buey, el perro y el hombre.
108 – El caballo y el palafrenero.
109 – El caballo y el asno.
110 – El caballo y el soldado.

111 – La mula.
112 – El camello que estercoló en el río.

113 – El camello, el elefante y el mono.
114 – El camello visto por primera vez.
115 – El camello bailarín.
116 – El camello y Zeus.
117 – La cabra y el cabrero.
118 – La cabra y el asno.
119 – Las cabras monteses y el cabrero.
120 – El buey y la becerra.

121 – Los bueyes y el eje de la carreta.
122 – El buey y el mosquito.
123 – La víbora y la zorra.
124 – La víbora y la lima.
125 – La víbora y la culebra de agua.
126 – El cisne tomado por ganso.
127 – El cisne y su dueño.
128 – El gato y las ratas.
129 – Los ratones y las comadrejas.
130 – El ratón campesino y el ratón cortesano.
131 – El ratón y la rana.

132 – El milano que quiso relinchar.
133 – El milano y la culebra.
134 – El milano y la gaviota.
135 – El alción.
136 – El tordo.
137 – La paloma y la hormiga.
138 – La golondrina y el hijo pródigo.
139 – La gaviota, el espino y el murciélago.
140 – El murciélago y las comadrejas.
141 – El murciélago y el jilguero.
142 – El asno y la perrita faldera.
143 – El oso y la zorra.
144 – La alondra moñuda.
145 – Los caracoles.
146 – Las liebres y las ranas.
147 – La comadreja y la lima.
148 – El cerdo y los carneros.
149 – El atún y el delfín.
150 – La mosca.
151 – Las moscas.
152 – La hormiga.
153 – La hormiga y el escarabajo.
154 – Los dos escarabajos.
155 – Los delfines, la ballena y la caballa.
156 – La langosta de mar y su madre.
157 – El tordo.

158 – El castor.
159 – El sol y las ranas.

160 – Los árboles que querían rey.
161 – El nogal.
162 – El abeto y el espino.
163 – La lámpara.
164 – La bruja.

165 – La esclava fea y Afrodita.
166 – La mujer y la gallina.
167 – La mujer y el marido borracho.
168 – La vieja y el médico.

169 – La viuda y las criadas.
170 – El adivino.
171 – El apicultor.
172 – El astrónomo.
173 – El semidiós.
174 – Los dos enemigos.
175 – El anciano y la muerte.
176 – El bandido y la morera.
177 – El cazador miedoso y el leñador.
178 – El cazador de pájaros y el aspid.
179 – El enfermo y su doctor.
180 – El médico ignorante.
181 – El eunuco y el sacerdote.
182 – El hombre y el león de oro.
183 – El hombre y el león viajeros.
184 – El hombre y el sátiro.
185 – El hombre y la estatua.
186 – El estómago y los pies.
187 – El médico y el paciente que murió.
188 – El náufrago y el mar.
189 – Los ladrones y el gallo.
190 – Los leñadores y el pino.
191 – Los hijos desunidos del labrador.
192 – El carnicero y los dos jóvenes.
193 – Los pescadores y las piedras.
194 – El pescador y los peces pequeños y grandes.
195 – El pescador y el pececillo.
196 – El pescador flautista.
197 – El pescador y el río revuelto.
198 – El tocador de cítara.
199 – El orador Demades,
200 – Bóreas y el sol.



101 – El ciervo, el manantial y el león.

Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, sintióse orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el león. A punto de morir, exclamó para sí mismo:
-- ¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban, eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me pierden.
Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.

102 – La cierva y la viña.

Una cierva era perseguida por unos cazadores y se refugio bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubría.
Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
-- ¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a quien me estaba salvando¡
Sé siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda para salir adelante.

103 – La cierva en la gruta del león.

Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una gruta donde no sabía que moraba un león. Entrando en ella para esconderse, cayó en las garras del león.
Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
-- ¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres, caí en las garras de un feroz animal.
Si tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.

104 – La cierva tuerta.

Una cierva a la que le faltaba un ojo pacía a orillas del mar, volviendo su ojo intacto hacia la tierra para observar la posible llegada de cazadores, y dando al mar el lado que carecía del ojo, pues de allí no esperaba ningún peligro.
Pero resulta que una gente navegaba por este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva agonizando, se dijo para sí:
-- ¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros, y el mar, al que consideraba un refugio, me ha sido mucho más funesto.
Nunca excedas la valoración de las cosas. Procura ver siempre sus ventajas y desventajas en forma balanceada.

105 – El ciervo y el cervatillo.

Díjole un día un cervatillo al ciervo:
-- Padre: eres mayor y más veloz que los perros y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte; ¿por qué huyes delante de ellos?
El ciervo respondió riendo:
-- Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede, pero cuando oigo el ladrido de un perro, inmediatamente me doy a la fuga.
Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.

La Rana

Batracio que vive en sitios húmedos, de preferencia cerca de charcas. Las hay de diferentes tamaños y colores. Existen inofensivas y venenosas. Se alimenta de insectos y pequeños animales que se muevan a su alrededor y que quedan al alcance de su larga lengua con la que los capturan. Su mayor depredador son las serpientes.
En los últimos años muchas de sus especies se han extinguido, supuestamente por los cambios climáticos ocurridos en el último siglos y la contaminación ambiental.

106 – El caballo viejo.

Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando:
-- ¡Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido!
No presumas de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.

107 – El caballo, el buey, el perro y el hombre.

Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.
Cierto día en que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.
Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición: que le cediera una parte de los años que le correspondían. El caballo aceptó.
Poco después se presentó el buey que tampoco podía sufrir el mal tiempo. Le contestó el hombre lo mismo: que lo admitiría si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una parte y quedó admitido.
Por fin, llegó el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.
Y he aquí el resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, se vuelven irascibles y malhumorados.
Describe esta fábula las etapas del hombre: inocente niñez, vigorosa juventud, poderosa madurez y sensible vejez.

108 – El caballo y el palafrenero.

Había un palafrenero que robaba y llevaba a vender la cebada de su caballo; pero en cambio, se pasaba el día entero limpiándole y peinándole para lucirlo de lo mejor.
Un día el caballo le dijo:
-- Si realmente quieres que me vea hermoso, no robes la cebada que es para mi alimento.
Ten cuidado de quien mucho te adule o alabe, pues algo busca quitarte a cambio.

109 – El caballo y el asno.

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
-- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
-- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.

110 – El caballo y el soldado.

Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros. Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado en trabajos serviles y para transportar pesados bultos, siendo alimentado únicamente con paja.
Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:
-- Vete mejor entre los infantes, puesto que de caballo que era me has convertido en asno. ¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?
En los tiempos de bienestar, es cuando debemos prepararnos para las épocas críticas.

El Ciervo

Mamífero vegetariano de la familia de los rumiantes. Posee una cornamenta para su defensa, sólo que es de existencia temporal y es renovada durante la época de celo. Muy perseguido por depredadores y por los hombres por sus carnes y cueros. Vive en los bosques tropicales y subtropicales.

111 – La mula.

Henchida de cebada, una mula (producto del cruce de asno y yegua) se puso a saltar, diciéndose a sí misma:
-- Mi padre es un caballo veloz en la carretera, y yo me parezco en todo a él.
Pero llegó la ocasión en que la mula se vio obligada a correr. Terminada la carrera, muy contrariada, se acordó de pronto de su verdadero padre: el sereno asno.
Siempre debemos reconocer nuestras raíces, respetando nuestras herencias y las ajenas.

112 – El camello que estercoló en el río.

Atravesaba un camello un río de aguas rápidas. Sintió la necesidad de estercolar, y viendo enseguida que pasaba delante de él su excremento, arrastrado por el río, exclamó:
-- ¿Cómo sucede esto? ¡Lo que estaba detrás de mí, ahora lo veo pasar adelante!
Es como en algunos estados o empresas, donde los incapaces y los corruptos pasan a ocupar los primeros lugares, en lugar de los más sensatos, honestos y capaces. Si llegas a tener puestos de mando, promueve siempre a los mejores.

113 – El camello, el elefante y el mono.

Votaban los animales para elegir un rey. El camello y el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios, ya que esperaban ser preferidos sobre los demás gracias a su tamaño y su fuerza.
Pero llegó el mono y los declaró a los dos incapacitados para reinar.
-- El camello no sirve -- dijo --, porque no se encoleriza contra los malhechores, y el elefante tampoco nos sirve porque tendremos que estar temerosos de que nos ataque un marrano, animal a quien teme el elefante.
La fortaleza más grande, siempre se mide en el punto más débil.

114 – El camello visto por primera vez.

Cuando los humanos vieron por primera vez al camello, se asustaron, y atemorizados por su gran tamaño emprendieron la huída.
Pero pasado el tiempo y viendo que era inofensivo, se envalentonaron y se acercaron a él.
Luego viendo poco a poco que el animal no conocía la cólera, llegaron a domesticarle hasta el punto de colocarle una brida, dándoselo a los niños para conducirlo.
Es natural que lo desconocido lo tratemos siempre con recelo y prudencia. Después de varias observaciones podremos tener un juicio mejor.

115 – El camello bailarín.

Obligado por su dueño a bailar, un camello comentó:
-- ¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando, sino que bailando soy peor aun.
Usa siempre cada cosa para el propósito con el que fue creado.

La Tortuga

Animal de la familia de los quelonios cuyo cuerpo permanece encerrado dentro de una caparazón ósea, y desde la cual puede sacar sus extremidades, cola y cabeza. Existen tortugas terrestres, fluviales y marinas. Su tamaño varía desde unos centímetros hasta gigantes de más de dos metros de largo en las especies marinas.
Muchas especies marinas se encuentran en vías de extinción por la irresponsable captura de los huevos por parte de los humanos en los sitios de deposición, y aunque las leyes de muchos países castigan los daños a estas especies, la actividad no cesa dado a la buena demanda que tienen sus huevos entre la gente inescrupulosa.

116 – El camello y Zeus.

Sentía el camello envidia por los cuernos del toro, y quiso obtener los suyos propios.
Para esto fue a ver a Zeus, pidiéndole le regalara a él unos semejantes.
Pero Zeus, indignado de que no se contentara de su gran tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos, sino que además le cortó una parte de las orejas.
La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga.

117 – La cabra y el cabrero.

Llamaba un cabrero a sus cabras para llevarlas al establo.
Una de ellas, al pasar por un rico pasto se detuvo, y el cabrero le lanzó una piedra, pero con tan mala suerte que le rompió un cuerno. Entonces el cabrero le suplicó a la cabra que no se lo contara al patrón, a lo que la cabra respondió:
-- ¡Quisiera yo quedarme callada, mas no podría! ¡Bien claro está a la vista mi cuerno roto!.
Nunca niegues lo que bien se ve.

118 – La cabra y el asno.

Una cabra y un asno comían al mismo tiempo en el establo.
La cabra empezó a envidiar al asno porque creía que él estaba mejor alimentado, y le dijo:
-- Entre la noria y la carga, tu vida sí que es un tormento inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo, y dejándose caer se lastimó todo el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la cabra y así curar al asno.
En todo plan de maldad, la víctima principal siempre es su propio creador.

119 – Las cabras monteses y el cabrero.

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarle después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
-- Mayor razón para desconfiar de ti, porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas.
Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía.

120 – El buey y la becerra.

Viendo a un buey trabajando, una becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado, cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey sonriendo dijo:
-- Mira becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar: ¡es que estabas reservada para el sacrificio!
No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal trae oculto.

El Delfín

Cetáceo mamífero que vive en los mares y en algunos amplios ríos como el Amazonas, el Plata o el Ganges. Es carnívoro y se alimenta de peces, mariscos o moluscos. Acostumbra acompañar a las bandas de atunes, por lo que muchos de ellos son matados indiscriminadamente durante la pesca del atún, lo que hace que hoy se reglamente muy estrictamente dicha pesca para evitar el exterminio de los delfines.

121 – Los bueyes y el eje de la carreta.

Arrastraban unos bueyes una carreta cuyo eje chirriaba ruidosamente. Se volvieron aquellos a la carreta diciendo:
-- Oye amiga --, somos nosotros quienes llevamos la carga. ¿y eres tú quien se queja?
En la vida encontrarás a muchos que se fingen cansados de ver trabajar a otros.

122 – El buey y el mosquito.

En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Luego de permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba que por fin se marchase.
El buey le respondió:
-- Ni supe que habías venido. Tampoco notaré cuando te vayas.
Pasar por la vida, sin darle nada a la vida, es ser insignificante.

123 – La víbora y la zorra.

Arrastraba la corriente de un río a una víbora enroscada en una maraña de espinas.
La vio pasar una zorra que descansaba y exclamó:
-- ¡Para tal clase de barco, tal piloto!
Personas perversas siempre conectan con situaciones perversas.

124 – La víbora y la lima.

A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
-- ¡Bien engañada estás -- repuso la lima -- si crees que te daré algo. Yo que tengo la costumbre, no de dar, sino de tomar algo de todos!
Nunca debes esperar obtener algo de quien sólo ha vivido de quitarle a los demás.

125 – La víbora y la culebra de agua.

Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra, fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole que la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos. Respondieron las ranas:
-- Pero compañera, nuestra ayuda no está en nuestros brazos, sino en las voces.
En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.

El Pastor

Es la persona que se encarga de vigilar y guiar a los rebaños de ganado, sobre todo de ovejas, en los recorridos por los campos para procurar su alimentación. Acostumbra hacerse acompañar de perros entrenados para el cuido de los animales. Sus recorridos son por lo general por extensos territorios con escasa vegetación, donde la hierba no es abundante, por lo que se ausenta por muchos días de sus hogares.

126 – El cisne tomado por ganso.

Un hombre muy rico alimentaba a un ganso y a un cisne juntos, aunque con diferente fin a cada uno: uno era para el canto y el otro para la mesa.
Cuando llegó la hora para la cual era alimentado el ganso, era de noche, y la oscuridad no permitía distinguir entre las dos aves.
Capturado el cisne en lugar del ganso, entonó su bello canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo reconoció y su canto lo salvó de la muerte.
Antes de tomar una acción sobre alguien o algo, ya sea que le beneficie o perjudique, primero debemos asegurarnos de su verdadera identidad.

127 – El cisne y su dueño.

Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.
Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.
Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir, forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:
--Si sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de inmolarte.
Muchas veces sucede que tenemos que hacer a la fuerza lo que no quisimos hacer de voluntad.

128 – El gato y las ratas.

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas. Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas, decidieron guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
-- ¡Oye amiguito, aunque fueras un saco de harina, no me acercaría a ti!
Los malvados, cuando no pueden dañar a sus víctimas directamente, buscan un atrayente truco para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen como muy lindo y atrayente.

129 – Los ratones y las comadrejas.

Se hallaban en continua guerra los ratones y las comadrejas. Los ratones, que siempre eran vencidos, se reunieron en asamblea, y pensando que era por falta de jefes que siempre perdían, nombraron a varios estrategas. Los nuevos jefes recién elegidos, queriendo deslumbrar y distinguirse de los soldados rasos, se hicieron una especie de cuernos y se los sujetaron firmemente.
Vino la siguiente gran batalla, y como siempre, el ejército de los ratones llevó las de perder. Entonces todos los ratones huyeron a sus agujeros, y los jefes, no pudiendo entrar a causa de sus cuernos, fueron apresados y devorados.
Cuando adquieras puestos de alto nivel, no te vanaglories, pues mucho mayor que la apariencia del puesto, es la responsabilidad de cumplir lo encomendado.

130 – El ratón campesino y el ratón cortesano.

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
-- ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta.
Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
-- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.
Es tu decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unidos a congojas y zozobras, o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.

El Mosquito

Insecto que se cría y desarrolla en las aguas estancadas. De largo pico con el que succiona la sangre de los animales superiores, incluido el hombre, para alimentarse. Por medio de dicha costumbre se convierte en un transmisor de enfermedades al picar a un ser enfermo y luego a uno sano. Produce un agudo zumbido cuando vuela, generando una desagradable incomodidad sobre todo en las noches cuando se está durmiendo.

131 – El ratón y la rana.

Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya.
La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos.
El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano.
Toda acción que se hace con intenciones de maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.

132 – El milano que quiso relinchar.

Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante.
Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz.
Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.
Nunca te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no tienes la preparación y condiciones adecuadas para hacerlo, so pena de quedar como un vulgar y fracasado envidioso.

133 – El milano y la culebra.

Raptó un milano a una culebra, elevándose por los aires. La culebra se volvió y le mordió, cayendo ambos desde lo alto a un precipicio, y el milano murió. Dijo entonces la culebra:
-- ¡Insensato! ¿Por qué has querido hacer mal a quien no te lo hacía? En justicia has sido castigado por haberme raptado sin razón.
Nunca busques dañar a tu prójimo, no vaya a ser que sin que lo notes, sea más fuerte que tú, y te haga pagar tus injusticias.

134 – El milano y la gaviota.

Tragó una gaviota un pez demasiado grande y le estalló la garganta, quedando muerta a la orilla de la playa. La vio un milano y dijo:
-- Tienes tu merecido, porque sabiendo de tu capacidad, abusaste de lo que te estaba permitido.
Sabiendo cuales son tus capacidades, nunca intentes sobrepasarlas si no te has preparado para ello.

135 – El alción.

Este pájaro gusta de la soledad y vive siempre a orillas y sobre el mar. Se dice que para huir de los hombres que le dan caza, hace su nido en las rocas de la orilla.
Un día un alción que iba a poner, se encaramó a un montículo, y divisando un peñasco erecto dentro del mar, hizo en él su nido. Al otro día que salió en busca de comida, se levantó el mar por una borrasca, alcanzó al nido y ahogó a los pajarillos. Al regresar el alción y ver lo sucedido, exclamó:
-- ¡Desdichado de mí, huyendo de los peligros conocidos de la tierra, me refugié dentro del mar y me fue peor!
Si tienes que adentrarte en lo desconocido, ten en cuenta la llegada de sorpresas agradables y desagradables.Nunca te confíes a ciegas de lo que no conoces. En terrenos nuevos anda con paso sereno y ojos bien abiertos.

La Comadreja

Mamífero carnívoro de agraciada figura y generadora de simpatías entre los humanos. De ahí su nombre de “comadre” y en algunas regiones se le conoce como “señora”, “linda”, “bella” o “mujercita”. Su principal fuente de alimentación son los roedores como ratas, conejos, y liebres, aunque también se aprovecha de aves, en especial cuando busca roedores en sus nidos, y al no encontrarlos, captura a las aves que los habitan, así como también a sus huevos. Entre las variedades de comadrejas se encuentra el “armiño”, muy codiciada por su valiosa piel.

136 – El tordo.

Picoteaba un tordo los granos de un bosquecillo de mirlos, y complacido por el placer de sus pepitas no se decidía a abandonarlo.
Un cazador de pájaros observó que el tordo se acostumbraba al lugar y lo cazó.
Viendo el tordo su próximo fin, dijo:
-- ¡Oh desgraciado!, ¡por el placer de comer, me he privado de la vida!
Nunca te excedas de lo que encuentres placentero, no vaya a ser causa de tu desgracia.

137 – La paloma y la hormiga.

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola.
Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vio la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.
Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre agradecidos.

138 – La golondrina y el hijo pródigo.

Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto.
De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo.
Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.
-- ¡Desgraciada! -- le dijo -- nos has dañado a los dos al mismo tiempo.
Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastrosa.

139 – La gaviota, el espino y el murciélago.

Se asociaron una gaviota, un murciélago y un espino para dedicarse juntos al comercio.
El murciélago buscó dinero, el espino unas telas, y la gaviota, una cantidad de cobre. Hecho lo cual aparejaron un barco.
Pero surgió una tremenda borrasca hundiéndose la barca y perdiéndose la carga; sólo salvaron sus vidas.
Por eso desde entonces la gaviota revolotea siempre al acecho en las orillas para ver si el mar arroja en alguna playa su cobre; el murciélago, huyendo de sus acreedores, sólo sale de noche para alimentarse; y el espino, en fin, apresa la ropa de los viajeros tratando de reconocer sus telas.
Siempre volvemos a lo que es de nuestro verdadero interés.

140 – El murciélago y las comadrejas.

Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que no podía soltarle porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El murciélago replicó que no era un pájaro sino un ratón, librándose con esta astucia.
Algún tiempo después volvió a caer de nuevo en las garras de otra comadreja, y le suplicó que no lo devorara. Contesto esta comadreja que odiaba a todos los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así por segunda vez.
Sepamos siempre adaptarnos a las circunstancias del momento si deseamos sobrevivir, en cualquier rama de la vida que actuemos.

El Mono

Mamífero de la familia de los primates. De largos brazos y cola fuerte que le sirven para sus recorridos en los árboles. Se alimenta principalmente de mieles y frutas que encuentra en su ambiente, aunque también aprovecha algunos insectos, pajarillos y pequeños reptiles. Vive en zonas boscosas pues necesita de lo que éste produce para su diario subsistir. Sin embargo la expansión de la civilización humana por medio de la colonización de las regiones selváticas, le ha reducido peligrosamente su extensión territorial, poniendo en peligro su población.

141 – El murciélago y el jilguero.

Un jilguero encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche. Oyó un murciélago desde lejos su voz, y acercándosele, le preguntó por qué cantaba sólo de noche.
-- No es sin razón -- repuso -- porque de día cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces aprendí a ser prudente.
-- ¡Pues no es ahora cuando debías serlo, pues ya estás bien enjaulado, sino debió haber sido antes de que te capturaran! -- replicó el murciélago.
La prudencia es para vivirla antes de caer en el error, no para después de la desgracia.

142 – El asno y la perrita faldera.

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo.
Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas.
El asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentando subirse a su regazo.
Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma.
No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los injustificados celos.Sepamos apreciar los valores de los demás.

143 – El oso y la zorra.

Se jactaba un oso de amar a los hombres vivos por la razón de que no le gustaban los cadáveres. La zorra le replicó:
-- ¡Quisieran los dioses que destrozaras a los muertos y no a los vivos!
Nunca pienses en destruir lo que es útil. Si quieres mejorar algo que funciona, tómalo como base inicial, sin dañarlo, y no como material de desecho.

144 – La alondra moñuda

Una alondra moñuda cayó en una trampa y se dijo suspirando:
-- ¡Desgraciada alondra! A nadie has robado ni oro ni plata, ni cosa valiosa alguna; pero llevarse un insignificante granito de trigo ajeno será la causa de tu muerte.
Nunca te expongas a un gran peligro por un mezquino beneficio.

145 – Los caracoles.

El hijo de un labrador se hallaba tostando unos caracoles.
Oyéndoles crepitar dijo:
-- ¡Ah miserables animalejos, están sus casas ardiendo, y aún cantan!
Hacer las cosas fuera del tiempo o lugar que les corresponde, no es nada inteligente.

El Ratón

Mamífero roedor, de fecunda reproducción, cuyo hábitat principal original son los campos libres, pero que desde hace miles de años se ha convertido en compañero inseparable e indeseado de los humanos en las ciudades, siendo muchas veces una auténtica plaga, portando graves enfermedades y dañando alimentos. Roe todo lo que sea posible de roer como granos, papeles, maderas, telas, frutas y hortalizas.

146 – Las liebres y las ranas.

Se reunieron un día las liebres y se lamentaban entre sí de llevar una vida tan precaria y temerosa, pues, en efecto, ¿No eran víctimas de los hombres, de los perros, de las águilas, y otros muchos animales? ¡Más valía morir de una vez que vivir en el terror!
Tomada esta resolución, se lanzaron todas al mismo tiempo a un estanque para morir en él ahogadas.
Pero las ranas, que estaban sentadas alrededor del estanque, en cuanto oyeron el ruido de su carrera, saltaron asustadas al agua. Entonces una de las liebres, la que parecía más inteligente que las demás, dijo:
-- ¡Alto compañeras! ¡No hay que apurarse tanto, pues ya veis que aún hay otros más miedosos que nosotras!
El consuelo de los desgraciados es encontrar y ver a otros en peores condiciones.

147 – La comadreja y la lima.

Se introdujo una comadreja en el taller de un herrero y se puso a lamer una lima que ahí se encontraba.
Al cabo de un rato su lengua arrojaba sangre en abundancia, y la comadreja se puso muy feliz pensando que había arrancado algo al hierro, hasta que acabó por perder su propia lengua.
Piensa siempre que si haces un daño, tarde o temprano éste regresará contra ti.

148 – El cerdo y los carneros.

Se metió un cerdo dentro de un rebaño de carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el cerdo se puso a gruñir y forcejear.
Los carneros lo regañaban por gritón diciéndole:
-- A nosotros también nos echa mano constantemente y nunca nos quejamos.
-- Ah sí -- replicó el cerdo --, pero no es con el mismo fin. A ustedes les echan mano por la lana, pero a mí es por mi carne.
Perder lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el perder lo que es irreparable.

149 – El atún y el delfín.

Viéndose un atún perseguido por un delfín, huía con gran estrépito. A punto de ser cogido, la fuerza de su salto le arrojó sin darse cuenta, sobre la orilla. Llevado por el mismo impulso, el delfín también terminó en el mismo sitio. Se volvió el atún y vio al delfín exhalando el último suspiro.
-- No me importa morir -- dijo --, porque veo morir conmigo al causante de mi muerte.
Sufrimos con menos dolor las desgracias que nos hacen padecer, cuando las vemos compartidas con quienes nos las causan.

150 – La mosca.

Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:
-- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me importa ahora.
Al irresponsable no le importa el fracaso si su llegada a él le depara buenos momentos.

El Cordero

Crío de la oveja. Mamífero que produce la lana y es muy dócil y manso. Criado desde tiempos remotos para aprovechar su lana y cueros en la confección de vestiduras, y también su leche y su carne para alimentación. Se adapta muy bien a zonas de poca vegetación, semi-desérticas. Existen numerosas razas, esparcidas por todo el mundo.

151 – Las moscas.

De un panal se derramó su deliciosa miel, y las moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en la miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron:
-- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
Toma siempre las cosas más bellas de tu vida con serenidad, poco a poco, para que las disfrutes plenamente. No te vayas a ahogar dentro de ellas.

152 – La hormiga.

Dice una leyenda que la hormiga actual era en otros tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos de la agricultura, no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, le transformó en hormiga.
Pero aunque cambió de forma, no le cambió el carácter, pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la cebada ajenas y los guarda para su uso.
Aunque a los malvados se les castigue severamente, difícilmente cambian su naturaleza desviada.

153 – La hormiga y el escarabajo.

Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno.
La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga:
-- Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento.
Cuando te queden excedentes de lo que recibes con tu trabajo, guarda una porción para cuando vengan los tiempos de escasez.

154 – Los dos escarabajos.

Pacía un toro en una pequeña isla, y dos escarabajos se alimentaban de su boñiga. Llegado el invierno, uno de ellos dijo al otro que iba a cruzar el mar a fin de que su compañero tuviera suficiente alimento, mientras él pasaría el invierno en tierra firme. Agregó que si encontraba comida en abundancia le traería a él también.
Cuando el escarabajo llegó al continente, encontró en él muchas y frescas boñigas, por lo que se estableció allí y se alimentó abundantemente. Pasó el invierno y volvió a la isla. Al verle su compañero gordo y saludable, le reprochó que no le hubiera llevado nada de lo prometido.
-- No me culpes a mí -- repuso --, sino a la naturaleza del lugar, porque se puede encontrar con qué vivir en él, pero es imposible alzar vuelo con tanta carga.
Siempre encontrarás supuestos amigos muy buenos para adular y prometer, pero no pasan de ahí, negándose a la hora real, de hacer un favor.

155 – Los delfines, la ballena y la caballa.

Delfines y ballenas libraban entre sí una batalla. Como la lucha se prolongaba con encarnizamiento, una caballa (que es un pez pequeño) salió a la superficie y quiso reconciliarlos. Pero un delfín tomó la palabra y dijo:
-Nos humilla menos combatirnos y morir los unos por los otros, que tenerte a ti por mediador.
Hay personas sin valor alguno, que en épocas de confusión, se llegan a creer grandiosas.

El Toro

Miembro de los ganados vacunos. Macho cuidadosamente tratado para la reproducción de la raza. Cuando se le castra pequeño, se le convierte en simple buey para el trabajo, sacándolo de la reproducción. En algunos países también se utiliza el toro para el espectáculo del “toreo” ya sea con profesionales adiestrados al efecto o con multitudes improvisadas que muchas veces arriesgan su vida en dicha actividad, aparentemente recreativa, pero en realidad altamente peligrosa.

156 – La langosta de mar y su madre.

- No andes atravesada y no roces tus costados contra la roca mojada, - decía una langosta marina a su hija.
-Madre, - repuso ésta,- tú, que quieres instruirme, camina derecha y yo te miraré y te imitaré.
Antes de dar un consejo con tu palabra, primero dalo con tu ejemplo.

157 – El tordo.

Un tordo picoteaba los granos de un bosquecillo de mirlos y, complacido por la dulzura de sus pepitas, no se decidía a abandonarlo.
Un cazador de pájaros observó que el tordo se acostumbraba al lugar y lo cazó con liga.
Entonces el tordo, viendo próximo su fin, dijo:-¡Desgraciado! ¡Por el placer de comer me he privado de la vida!
Nunca dejes que un momentáneo placer te cierre las puertas de por vida.

158 – El castor

El castor es un animal que vive en los pantanos. Ciertas de sus partes sirven, según dicen, para curar algunas enfermedades.
Por eso cuando se ve descubierto y perseguido para cortarle las partes, sabiendo por qué le persiguen, huye hasta alguna distancia, sirviéndose de la rapidez de sus pies para conservarse intacto; pero cuando se ve perdido, él mismo corta sus partes, las arroja y salva de este modo su vida.
A veces deshacerse de algunas fortunas puede significar evitarse una tragedia.

159 – El sol y las ranas.

Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol.Se regocijaban todos los animales de aquel acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:
-¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?
Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras posibles consecuencias.

160 – Los árboles que querían rey.

Decididos un día los árboles a elegir un rey que los gobernara, dijeron al olivo: -Reina en nosotros.
Y el olivo contestó: -¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?
Y los árboles buscaron a la higuera pidiéndole: -Ven a reinar entre nosotros.
Y la higuera respondió igualmente: -¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?
Entonces los árboles dijeron al espino: -Ven a reinar en nosotros.
Y el espino respondió a los árboles: -Si en verdad queréis ungirme para reinar entre vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no que surja el fuego de la espina y devore los cedros del Líbano!
Quien no tiene buenos frutos que dar, lo malo que dé será para sufrimiento de los que le rodean.

La Ballena

Cetáceo mamífero marino. Es el animal de mayor corpulencia en el planeta, llegando algunas veces a medir hasta 33 metros de largo y pesar más de 130.000 kilogramos. Se alimenta principalmente de pequeños crustáceos llamados plankton y también de otros pequeños animales marinos y pececillos. Actualmente se le considera una especie en peligro de extinción, por su caza indiscriminada autorizada por algunos países nórticos.

161 – El nogal.

Un nogal que había crecido al pie de un camino y al cual los caminantes herían a pedradas para tomar sus frutos, dijo para sí suspirando:
-¡Infeliz de mí que por mi bondad todos los años me atraigo injurias y dolores!
Hay quienes pagan con mal hasta los mejores bienes recibidos.Seamos siempre agradecidos y no causemos daño.

162 – El abeto y el espino.

Disputaban entre sí el abeto y el espino. Se jactaba el abeto diciendo:
-Soy hermoso, esbelto y alto, y sirvo para construir las naves y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí?
-¡Si recordaras-replicó el espino- las hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino!
Busca siempre la buena reputación pues es una gran honra, pero sin jactarte por ello, y también cuídate de los que quieren aprovecharse de ella para su propio provecho.

163 – La lámpara.

Borracha de aceite una lámpara y lanzando una luz poderosa, se jactaba de ser más brillante que el sol. Pero en eso sopló un fuerte viento y se apagó enseguida. Alguien volvió a encenderla y le dijo:
-Ilumina, lámpara, pero cállate: el resplandor de los astros nunca se eclipsa tan fácilmente como el tuyo.
Nunca nos jactemos como si nos perteneciera, de aquello que no depende de nosotros.

164 – La bruja.

Una bruja tenía como profesión vender encantamientos y fórmulas para aplacar la cólera de los dioses; no le faltaban clientes y ganaba de este modo ampliamente la vida. Pero fue acusada por ello de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus acusadores la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir del tribunal, un observador le dijo:
-Tú, bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿cómo no has podido persuadir a los hombres?
Nunca creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son incapaces de hacer cosas ordinarias.

165 – La esclava fea y Afrodita.

Una esclava fea y mala gozaba del amor de su amo. Con el dinero que éste le daba, la esclava se embellecía con brillantes adornos, rivalizando con su propia señora.
Para agradecer a Afrodita que la hiciera bella, le hacía frecuentes sacrificios; pero la diosa se le apareció en sueños y dijo a la esclava:
-No me agradezcas el hacerte bella, si lo hago es porque estoy furiosa contra ese hombre a quien pareces hermosa.
No te ciegues por lo crees tu tesoro, no vaya a ser que sólo sea una carencia en tus vecinos.

El Carnero

Mamífero macho de las ovejas. Especie bovina de la que se aprovecha su lana, carne, leche y piel. Domesticados desde los inicios de la civilización. De alimentación herbaria, sobre todo en extensos territorios de escasa vegetación, por lo que tienen que hacer largos recorridos. Íntimamente ligados a las narraciones y simbolismos religiosos de oriente medio, como el Judaísmo, Cristianismo e Islam.

166 – La mujer y la gallina.

Una mujer viuda tenía una gallina que le ponía un huevo todos los días.
Pensó que si le daba más cebada pondría dos huevos, y aumentó su ración.
Pero la gallina engordó y ya no pudo poner ni una vez al día.
Si sin control ni sabiduría forzas lo que ya te está sirviendo para que te dé más, sólo obtendrás que perderás lo que ya tienes.

167 – La mujer y el marido borracho.

Tenía una mujer un marido borracho. Para librarle de este vicio imaginó la siguiente treta.
Esperando el momento en que su marido se quedaba insensible como un muerto a causa de la embriaguez, cargó con él sobre sus espaldas, lo llevó al cementerio y allí lo dejó. Cuando juzgó que ya se le había pasado la mona, volvió y llamó a la puerta del cementerio.
-¿Quién llama ahí?-dijo el borracho.
-Soy yo, que traigo la comida a los muertos - contestó la mujer.
-No me traigas comida; prefiero que me traigas de beber - replicó el borracho.
Y la mujer, golpeándose el pecho, exclamó:
-¡Qué desdichada soy! Ni siquiera mi treta ha hecho sobre ti el menor efecto, marido mío, pues no sólo no te has corregido, sino que te has agravado, convirtiéndose tu vicio en una segunda naturaleza.
No dejes que una conducta equivocada domine tu vida. Pon tu razón sobre la equivocación.

168 – La vieja y el médico.

Una vieja enferma de la vista llamó con la promesa de pagarle, a un médico. Este se presentó en su casa, y cada vez que le aplicaba el ungüento no dejaba, mientras la vieja tenía los ojos cerrados, de robarle los muebles poco a poco.
Cuando ya no quedaba nada, terminó también la cura, y el médico reclamó el salario convenido. Se negó a pagar la vieja, y aquél la llevó ante los jueces. La vieja declaró que, en efecto, le había prometido el pago si le curaba la vista, pero que su estado, después de la cura del médico había empeorado.
-Porque antes - dijo - veía todos los muebles que había en mi casa, y ahora no veo ninguno.
A los malvados, sus mismos actos los delatan.


169 – La viuda y las criadas.

Una viuda muy laboriosa tenía unas jóvenes criadas a las que despertaba por la noche al canto del gallo para empezar el trabajo. Ellas, extenuadas siempre de fatiga, resolvieron matar el gallo de la casa por ser él a sus ojos el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su señora antes de que abriese el día.
Mas ejecutado el propósito se encontraron con que habían agravado su mal, porque su señora, no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir al trabajo.
Nunca creas que la causa de tus problemas es lo que primero se atraviesa ante tus ojos. Piensa en qué sucedería si eliminas lo que estás viendo como posible causa.

170 – El adivino.

Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un quídam, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.
Se levantó de un salto y corrió, desencajado y suspirando, para ver lo que había sucedido. Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr, le dijo:
-Oye, amigo: tú que te picas de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
Siempre hay personas que pretenden dirigir lo que no les corresponde, pero no pueden manejar sus propios asuntos.

El Jabalí

Mamífero de la familia de los cerdos. Viven en pequeñas piaras o grupos. De actividad principalmente nocturna. Gusta mucho del agua, y si no la encuentra se conforma al menos con el cieno o barro para extraer de él la humedad. Se alimenta de raíces o tubérculos, frutos, bellotas, algunos granos y también de insectos, gusanos y reptiles pequeños. Se considera que de él descienden los puercos domésticos actuales.

171 – El apicultor.

Un ladrón se introdujo en casa de un apicultor durante su ausencia, robando miel y panales. A su regreso, el apicultor, viendo vacías las colmenas, se detuvo a examinarlas.
En esto, las abejas, volviendo de libar y encontrándole allí, le picaron con sus aguijones y le maltrataron horriblemente.
-iMalditos bichos -les dijo el apicultor-, dejaron marchar sin castigo al que les había robado los panales, y a mí que les cuido con cariño, me hieren de un modo implacable!
Muchas veces sucede que vemos con desconfianza a nuestros amigos, pero por ignorancia le tendemos la mano a quien es nuestro enemigo.

172 – El astrónomo.

Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo.
Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?
Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

173 – El semidiós.

Un hombre tenía en su casa un semidiós, al que ofrecía ricos sacrificios.
Como no cesaba de gastar en estos sacrificios sumas considerables, el semidiós se le apareció por la noche y le dijo:
-Amigo mío, deja ya de dilapidar tu riqueza, porque si te gastas todo y luego te ves pobre, me echarás a mí la culpa.
Si gastas tus riquezas en cosas innecesarias, no le eches luego la culpa de tus problemas a nadie más.

174 – Los dos enemigos.

Dos hombres que se odiaban entre sí navegaban en la misma nave, uno sentado en la proa y otro en la popa.
Surgió una tempestad, y hallándose el barco a punto de hundirse, el hombre que estaba en la popa preguntó al piloto que cuál era la parte de la nave que se hundiría primero.
-La proa - dijo el piloto.
-Entonces repuso este hombre - no espero la muerte con tristeza, porque veré a mi enemigo morir antes que yo.
Muy mezquina actitud es preferir ver sufrir a los enemigos que inquietarse por el daño que irremediablemente se está a punto de recibir.

175 – El anciano y la muerte.

Un día un anciano, después de cortar leña, la cargó a su espalda. Largo era el camino que le quedaba.
Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo:
-Para que me ayudes a cargar la leña...
Por lo general, el impulso por la vida es más fuerte que su propio dolor.

El Lobo

Mamífero depredador, carnívoro, de la familia de los canes. Caza animales más pequeños que él, en especial críos de ganados y aves, aunque en grupo pueden atacar a algunos mayores. Una fama indebida como animal temible ha inducido a los hombres a darle persecución y muerte sin razón, llevándolos casi al exterminio. Actualmente en casi todo el mundo se encuentra bajo protección ecológica, ya que se ha demostrado que no era lo malo que decían, además de ser un factor de equilibrio natural.

176 – El bandido y la morera.

Un bandido que había asesinado a un hombre en un camino, al verse perseguido por los que allí se encontraban, abandonó a su víctima ensangrentada y huyó.
Pero viéndole unos viajeros que venían en sentido contrario, le preguntaron por qué llevaba las manos tintas; a lo que respondió que acababa de descender de una morera. Entretanto llegaron sus perseguidores, se apoderaron de él y le colgaron en la morera. Y el árbol dijo:
-No me molesta servir para tu suplicio, puesto que eres tú quien ha cometido el crimen, limpiando en mí la sangre.
A menudo ocurre que personas bondadosas, al verse denigrados por los malvados, no tienen duda en mostrarse también malvados contra ellos.

177 – El cazador miedoso y el leñador.

Buscando un cazador la pista de un león, preguntó a un leñador si había visto los pasos de la fiera y dónde tenía su cubil.
-Te señalaré el león mismo. -dijo el leñador.
-No, no busco el león, sino sólo la pista- repuso el cazador pálido de miedo y castañeteando los dientes.
Si quieres ser atrevido en las palabras, con más razón debes ser valiente con los actos.

178 – El cazador de pájaros y el aspid.

Un cazador de pájaros cogió la liga y las ramitas untadas y partió para la caza. En el camino vio a un tordo encaramado en un árbol elevado y se propuso cazarlo, para lo cual ajustó las varitas como suelen hacerlo y, mirando fijamente, concentró en el aire toda su atención.
Mientras alzaba la cabeza, no advirtió que pisaba un áspid dormido, el cual, revolviéndose, le mordió. Y el cazador, sintiéndose morir, exclamó para sí:
- ¡Desdichado! Quise atrapar una presa, y no advertí que yo mismo me convertía en presa de la muerte.
Cuando pensamos en dañar a nuestro prójimo, no nos damos cuenta de nuestra propia desgracia.

179 – El enfermo y su doctor.

Habiéndole preguntado un médico a un enfermo por su estado, contestó el enfermo que había sudado más que de costumbre.-Eso va bien dijo el médico.
Interrogado una segunda vez sobre su salud, contestó el enfermo que temblaba y sentía fuertes escalofríos.-Eso va bien -dijo el médico.
Vino a verle el médico por tercera vez y le preguntó por su enfermedad. Contestó el enfermo que había tenido diarrea.-Eso va bien -dijo el médico, y se marchó.
Vino un pariente a ver al enfermo y le preguntó que cómo iba.-Me muero -contesto- a fuerza de ir bien.
Por lo general, quienes nos rodean nos juzgan por las apariencias y nos consideran felices por cosas que en realidad nos producen profundo dolor.

180 – El médico ignorante.

Un médico ignorante trataba a un enfermo; los demás médicos habían asegurado que, aunque no estaba en peligro, su mal sería de larga duración; únicamente el médico ignorante le dijo que tomara todas sus disposiciones porque no pasaría del día siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió, pálido y caminando con dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
-¿Cómo están, amigos, los habitantes del infierno?
- Tranquilos - contestó -, porque han bebido el agua del Lecteo. Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su libro. Iban a apuntarte a ti también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no eras un verdadero médico y diciendo que te habían acusado sin motivo.
Ten cuidado con los que pretenden arreglar tus problemas sin tener preparación para ello.

El Arroyo

Base de la vida en el planeta. Sin él los animales ni los hombres tendrían donde tomar su agua. Sin embargo la incontrolada contaminación industrial y habitacional han llevado a miles de estas fuentes a estar fuera del servicio para el que fueron creadas. En muchos lugares ya se obliga a no tirar desechos a sus vertientes, y toda agua que se le vierta debe ser antes purificada. Sin embargo apenas es el comienzo de una larga misión que requiere de mucha voluntad y de muchísima educación.

181 – El eunuco y el sacerdote.

Un eunuco fue en busca de un sacerdote y le pidió que hiciera un sacrificio en su favor a fin de que pudiera ser padre.
Y el sacrificador le dijo:
Observando el sacrificio, pido que tú seas padre; pero viendo tu persona, ni siquiera me pareces un hombre.
No debemos pretender lo que bien sabemos que no estamos en condiciones de obtener.

182 – El hombre y el león de oro.

Un avaro que también era de ánimo apocado encontró un león de oro, y púsose a decir:
-¿Qué hacer en este trance? El espanto paraliza mi razón; el ansia de riqueza por un lado y el miedo por otro me desgarran. ¿Qué azar o qué dios ha hecho un león de oro? Lo que me sucede llena mi alma de turbación; quiero el oro, y temo la obra hecha con oro; el deseo me empuja a cogerlo, y mi natural a dejarlo.
¡Oh fortuna que ofrece y que no permite tomar! ¡Oh tesoro que no da placer! ¡Oh favor de un dios que es un suplicio! ¿Qué haré para que venga a mis manos? Volveré con mis esclavos para coger el león con esta tropa de amigos, mientras yo miro desde lejos.
No es correcto acaparar riquezas para no usarlas nosotros ni dejarlas usar a los demás. Aprovechémoslas para ponerlas al servicio de todos, incluidos nosotros mismos.

183 – El hombre y el león viajeros.

En cierta ocasión viajaban juntos un hombre y un león. Iban disputando que quién era más, cuando al pie del camino encontraron una estela de piedra que representaba a un hombre estrangulando a un león.
-Ahí ves cómo somos más fuertes que vosotros dijo el hombre enseñándosela al león.
-Si los leones supieran esculpir - respondió el león con una sonrisa-, verías a muchos más hombres entre las garras del león.
No nos jactemos con palabras vanas de lo que la experiencia desmiente con claridad.

184 – El hombre y el sátiro.

Se dice que en otro tiempo un hombre concertó un pacto de amistad con un sátiro. Llegó el invierno y con él el frío; el hombre arrimaba las manos a la boca y soplaba en ellas. Le preguntó el sátiro por qué lo hacía. Repuso que se calentaba la mano a causa del frío
Se sirvieron luego la comida y los alimentos estaban muy calientes, y el hombre, cogiéndolos a trocitos, los acercaba a la boca y soplaba en ellos. Le preguntó otra vez el sátiro por qué lo hacia. Contestó que enfriaba la comida porque estaba muy caliente.
-¡Pues escucha-exclamó el sátiro, renuncio a tu amistad porque lo mismo soplas con la boca lo que está frío que lo que está caliente!
No nos confundamos con aquellos que nos presentan o aparentan incertidumbre en sus actos.

185 – El hombre y la estatua.

Un pobre tenía una estatuita de un dios, al que suplicaba que le diera la fortuna; pero como su miseria no hacía más que aumentar, se enojó, y cogiendo al dios por un pie, le golpeó contra la pared. Rompióse la cabeza del dios, desparramando monedas de oro. El hombre las recogió y exclamó:
-Por lo que veo, tienes las ideas al revés, además de ser un ingrato, porque cuando te adoraba, no me has ayudado, y ahora que acabo de tirarte, me contestas colmándome de riqueza.
Nada ganamos elogiando a los ingratos o malvados, más se consigue castigándolos.

La Grulla

Ave de pico largo, de alto vuelo, de patas largas y viajera emigrante. Se establece principalmente en ciénagas o pantanos. Se alimenta de insectos, gusanos y pequeños moluscos, pero disfruta enormemente de las semillas recién sembradas, por lo que no es muy querida por muchos labradores.

186 – El estómago y los pies.

El estómago y los pies discutían sobre su fuerza.
Los pies repetían a cada momento que su fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago.
A lo que éste respondió:-Amigos míos, si yo no les diera el alimento, no me podrían llevar.
Veamos siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena de sucesos. Demos el mérito a quien realmente es la base de lo que juzgamos.

187 – El médico y el paciente que murió.

Un médico tenía en tratamiento a un enfermo.
Este murió, y el médico decía a las personas del acompañamiento:
-Si este hombre se hubiera abstenido del vino y se hubiese puesto lavativas, no hubiera muerto.
Las correcciones debemos hacerlas siempre en el momento oportuno y no dejarlas sólo para mencionarlas cuando ya es tarde.

188 – El náufrago y el mar.

Arrojado un náufrago en la orilla, se durmió de fatiga; mas no tardó en despertarse, y al ver al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su apariencia tranquila para luego, una vez que los ha embarcado sobre sus aguas, enfurecerse y hacerles perecer.
Tomó el mar la forma de una mujer y le dijo:
-No es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches, amigo mío; porque yo soy tal como me ves ahora! y son los vientos los que, lanzándose sobre mí de repente, me encrespan y enfurecen.
Nunca hagamos responsable de una injusticia a su ejecutor cuando actúa por orden de otros, sino a quienes tienen autoridad sobre él.

189 – Los ladrones y el gallo.

Entraron unos ladrones en una casa y sólo encontraron un gallo; se apoderaron de él y se marcharon.
A punto de ser inmolado por los ladrones, les rogó el gallo que le perdonaran alegando que era útil a los hombres, despertándolos por la noche para ir a sus trabajos.
-Mayor razón para matarte, exclamaron los ladrones-, puesto que despertando a los hombres nos impides robar.
Nada hay que aterrorice más a los malvados que todo aquello que es útil para los honrados.

190 – Los leñadores y el pino.

Rendían unos hacheros un pino y lo hacían con gran facilidad gracias a las cuñas que habían fabricado con su propia madera.
Y el pino les dijo:
-No odio tanto al hacha que me corta como a las cuñas nacidas de mí mismo.
Es más duro el sufrimiento del daño que nace de uno mismo que del que proviene de afuera.

El Caballo

Miembro de la familia de los equinos. Criado y usado para carga, transporte, trabajo, milicia, arte y deportes. Existe diversidad de razas y tamaños, desde los que miden menos de un metro de alto hasta admirables percherones de gigantesca corpulencia.

191 – Los hijos desunidos del labrador.

Los hijos de un labrador vivían en discordia y desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles mudar de sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les dijo que le llevaran una gavilla de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que las rompieran; mas a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
- ¡Ahí tienen! les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán invencibles ante sus enemigos; pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.
Nunca olvides que en la unión se encuentra la fortaleza.

192 – El carnicero y los dos jóvenes.

Hallábanse dos jóvenes comprando carne en el mismo establecimiento. Viendo ocupado al carnicero en otro sitio, uno de los muchachos robó unos restos y los arrojó en el bolsillo del otro.
Al volverse el carnicero y notar la falta de los trozos, acusó a los dos muchachos.
Pero el que los había cogido juró que no los tenía, y el que los tenía juró que no los había cogido. Comprendiendo su argucia, les dijo el carnicero:
-Podéis escapar de mí por un falso juramento, pero no escaparéis ante los dioses.
Los falsos juramentos no dejan de serlo aunque se disfracen de verdad.

193 – Los pescadores y las piedras.

Tiraban unos pescadores de una red y como la sentían muy cargada, bailaban y gritaban de contento, creyendo que habían hecho una buena pesca. Arrastrada la red a la playa, en lugar de peces sólo encontraron piedras y otros objetos, con lo que fue muy grande su contrariedad, no tanto por la rabia de su chasco, como por haber esperado otra cosa.
Uno de los pescadores, el más viejo, dijo a sus compañeros:
-Basta de afligirse, muchachos, puesto que según parece la alegría tiene por hermana la tristeza; después de habernos alegrado tanto antes de tiempo, era natural que tropezásemos con alguna contrariedad.
Es rutina de la vida que a buenos tiempos siguen unos malos y a los malos tiempos le suceden otros buenos. Estemos siempre preparados a estos inesperados cambios.

194 – El pescador y los peces pequeños y grandes.

Un pescador al tirar de la red sacó a tierra los peces grandes, pero no a los pequeños que se le escaparon al mar escurriéndose entre las mallas.
Las personas de poca importancia pueden pasar desapercibidas sin problema, pero las de mucha fama no se escapan del juicio de sus semejantes.

195 – El pescador y el pececillo.

Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez.
- Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho -, terminó el pececillo.
-¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!
Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

La Corneja

Ave de rapiña nocturna que posee en su frente un grupo de plumas dando la apariencia de cuernos, y de ahí su nombre de “corneja” (con cuernos). Se alimenta de insectos, escarabajos, pequeños reptiles, mariposas y pequeños roedores. Gusta de vivir entre arbustos, huertas y jardines. Es ave emigradora.

196 – El pescador flautista.

Un pescador que también tocaba hábilmente la flauta, cogió juntas sus flautas y sus redes para ir al mar; y sentado en una roca saliente, púsose a tocar la flauta, esperando que los peces, atraídos por sus dulces sones, saltarían del agua para ir hacia él .
Mas cansado al cabo de su esfuerzo en vano, dejó la flauta a su lado, lanzó la red al agua y cogió buen número de peces. Viéndoles brincar en la orilla después de sacarlos de la red, exclamó el pescador flautista:
-¡Malditos animales: cuando tocaba la flauta no tenían ganas de bailar, y ahora que no lo hago parece que les dan cuerda!
Muchas veces no actuamos de acuerdo a las circunstancias que nos rodean, sino desatiempados o desubicados. Procuremos siempre estar bien situados.

197 – El pescador y el río revuelto.

Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con su red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran al huir entre las mallas de la red.
Lo vio proceder así un vecino y le reprochó el revolver el río, obligándoles a beber el agua turbia; más él respondió:
-¡Si no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre!
Igual sucede con las naciones: entre más discordia siembren los agitadores entre la gente, mayor será el provecho que obtendrán. Forma siempre tu propia opinión y no vayas a donde te quieran empujar otros sin que lo hayas razonado.

198 – El tocador de cítara.

Un tocador de cítara sin talento cantaba desde la mañana a la noche en una casa con las paredes muy bien estucadas.
Como las paredes le devolvían el eco, se imaginó que tenía una voz magnífica, y tanto se lo creyó, que resolvió presentarse en el teatro; pero una vez en la escena cantó tan mal, que lo arrojaron a pedradas.
No seamos nosotros jueces de nosotros mismos, no vaya a ser que nuestra parcialidad nos arruine.

199 – El orador Demades.

El orador Demades hablaba un día a los ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió que le permitieran contar una fábula de Esopo. Concedida la demanda, empezó de este modo:
-Demeter, la golondrina y la anguila viajaban juntas un día; llegaron a la orilla de un río; la golondrina se elevó en el aire, la anguila desapareció en las aguas.. -y aquí se detuvo el orador.
-Y ¿Demeter..?-le gritaron-. ¿Qué hizo...?
-Demeter montó en cólera contra vosotros- replicó, porque descuidáis los asuntos de Estado para entreteneros con las fábulas de Esopo.
Eso sucede entre la gente: prefieren darle atención únicamente al placer dejando de lado las cosas realmente necesarias. Cuidémonos de no caer en ese error. Compartamos equilibradamente el deber y el placer.

200 – Bóreas y el sol.

Bóreas y el Sol disputaban sobre sus poderes, y decidieron conceder la palma al que despojara a un viajero de sus vestidos.
Bóreas empezó de primero, soplando con violencia; y apretó el hombre contra sí sus ropas, Bóreas asaltó entonces con más fuerza; pero el hombre, molesto por el frío, se colocó otro vestido. Bóreas, vencido, se lo entregó al Sol.
Este empezó a iluminar suavemente, y el hombre se despojó de su segundo vestido; luego lentamente le envió el Sol sus rayos más ardientes, hasta que el hombre, no pudiendo resistir más el calor, se quitó sus ropas para ir a bañarse en el río vecino.
Es mucho más poderosa una suave persuasión que un acto de violencia.

La Liebre

Mamífero roedor, familiar de los conejos, de cortas patas y largas orejas. Gran corredor y saltador que gusta de vivir en los extensos llanos. Se alimenta preferiblemente de toda clase de vegetales, pero también aprovecha carnes de animales muertos. A su vez es la víctima de alimentación para otros animales como las zorras, los lobos y las águilas.

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