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miércoles, febrero 28, 2007

H.P,LOVECRAFT // BIOGRAFIA // CUENTO

EL EXTRAÑO

Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Tal es lo que los dioses me destinaron... a mí, el aturdido, el frustrado, el estéril, el arruinado; sin embargo, me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a esos recuerdos marchitos cada vez que mi mente amenaza con ir más allá, hacia el otro.

No sé dónde nací, salvo que el castillo era infinitamente horrible, lleno de pasadizos oscuros y con altos cielos rasos donde la mirada sólo hallaba telarañas y sombras. Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre odiosamente húmedas y por doquier se percibía un olor maldito, como de pilas de cadáveres de generaciones muertas. Jamás había luz, por lo que solía encender velas y quedarme mirándolas fijamente en busca de alivio; tampoco afuera brillaba el sol, ya que esas terribles arboledas se elevaban por encima de la torre más alta. Una sola, una torre negra, sobrepasaba el ramaje y salía al cielo abierto y desconocido, pero estaba casi en ruinas y sólo se podía ascender a ella por un escarpado muro poco menos que imposible de escalar.
Debo haber vivido años en ese lugar, pero no puedo medir el tiempo. Seres vivos debieron haber atendido a mis necesidades; sin embargo, no puedo rememorar a persona alguna excepto yo mismo, ni ninguna cosa viviente salvo ratas, murciélagos y arañas, silenciosos todos. Supongo que, quienquiera que me haya cuidado, debió haber sido asombrosamente viejo, puesto que mi primera representación mental de una persona viva fue la de algo semejante a mí, pero retorcido, marchito y deteriorado como el castillo. Para mí no tenían nada de grotescos los huesos y los esqueletos esparcidos por las criptas de piedra cavadas en las profundidades de los cimientos. En mi fantasía asociaba estas cosas con los hechos cotidianos y los hallaba más reales que las figuras en colores de seres vivos que veía en muchos libros mohosos. En esos libros aprendí todo lo que sé. Maestro alguno me urgió o me guió, y no recuerdo haber escuchado en todos esos años voces humanas..., ni siquiera la mía; ya que, si bien había leído acerca de la palabra hablada nunca se me ocurrió hablar en voz alta. Mi aspecto era asimismo una cuestión ajena a mi mente, ya que no había espejos en el castillo y me limitaba, por instinto, a verme como un semejante de las figuras juveniles que veía dibujadas o pintadas en los libros. Tenía conciencia de la juventud a causa de lo poco que recordaba.

Afuera, tendido en el pútrido foso, bajo los árboles tenebrosos y mudos, solía pasarme horas enteras soñando lo que había leído en los libros; añoraba verme entre gentes alegres, en el mundo soleado allende de la floresta interminable. Una vez traté de escapar del bosque, pero a medida que me alejaba del castillo las sombras se hacían más densas y el aire más impregnado de crecientes temores, de modo que eché a correr frenéticamente por el camino andado, no fuera a extraviarme en un laberinto de lúgubre silencio.

Y así, a través de crepúsculos sin fin, soñaba y esperaba, aún cuando no supiera qué. Hasta que en mi negra soledad, el deseo de luz se hizo tan frenético que ya no pude permanecer inactivo y mis manos suplicantes se elevaron hacia esa única torre en ruinas que por encima de la arboleda se hundía en el cielo exterior e ignoto. Y por fin resolví escalar la torre, aunque me cayera; ya que mejor era vislumbrar un instante el cielo y perecer, que vivir sin haber contemplado jamás el día.

A la húmeda luz crepuscular subí los vetustos peldaños de piedra hasta llegar al nivel donde se interrumpían, y de allí en adelante, trepando por pequeñas entrantes donde apenas cabía un pie, seguí mi peligrosa ascensión. Horrendo y pavoroso era aquel cilindro rocoso, inerte y sin peldaños; negro, ruinoso y solitario, siniestro con su mudo aleteo de espantados murciélagos. Pero más horrenda aún era la lentitud de mi avance, ya que por más que trepase, las tinieblas que me envolvían no se disipaban y un frío nuevo, como de moho venerable y embrujado, me invadió. Tiritando de frío me preguntaba por qué no llegaba a la claridad, y, de haberme atrevido, habría mirado hacia abajo. Se me antojó que la noche había caído de pronto sobre mí y en vano tanteé con la mano libre en busca del antepecho de alguna ventana por la cual espiar hacia afuera y arriba y calcular a qué altura me encontraba.

De pronto, al cabo de una interminable y espantosa ascensión a ciegas por aquel precipicio cóncavo y desesperado, sentí que la cabeza tocaba algo sólido; supe entonces que debía haber ganado la terraza o, cuando menos, alguna clase de piso. Alcé la mano libre y, en la oscuridad, palpé un obstáculo, descubriendo que era de piedra e inamovible. Luego vino un mortal rodeo a la torre, aferrándome de cualquier soporte que su viscosa pared pudiera ofrecer; hasta que finalmente mi mano, tanteando siempre, halló un punto donde la valla cedía y reanudé la marcha hacia arriba, empujando la losa o puerta con la cabeza, ya que utilizaba ambas manos en mi cauteloso avance. Arriba no apareció luz alguna y, a medida que mis manos iban más y más alto, supe que por el momento mi ascensión había terminado, ya que la puerta daba a una abertura que conducía a una superficie plana de piedra, de mayor circunferencia que la torre inferior, sin duda el piso de alguna elevada y espaciosa cámara de observación. Me deslicé sigilosamente por el recinto tratando que la pesada losa no volviera a su lugar, pero fracasé en mi intento. Mientras yacía exhausto sobre el piso de piedra, oí el alucinante eco de su caída, pero con todo tuve la esperanza de volver a levantarla cuando fuese necesario.

Creyéndome ya a una altura prodigiosa, muy por encima de las odiadas ramas del bosque, me incorporé fatigosamente y tanteé la pared en busca de alguna ventana que me permitiese mirar por vez primera el cielo y esa luna y esas estrellas sobre las que había leído. Pero ambas manos me decepcionaron, ya que todo cuanto hallé fueron amplias estanterías de mármol cubiertas de aborrecibles cajas oblongas de inquietante dimensión. Más reflexionaba y más me preguntaba qué extraños secretos podía albergar aquel alto recinto construido a tan inmensa distancia del castillo subyacente. De pronto mis manos tropezaron inesperadamente con el marco de una puerta, del cual colgaba una plancha de piedra de superficie rugosa a causa de las extrañas incisiones que la cubrían. La puerta estaba cerrada, pero haciendo un supremo esfuerzo superé todos los obstáculos y la abrí hacia adentro. Hecho esto, me invadió el éxtasis más puro jamás conocido; a través de una ornamentada verja de hierro, y en el extremo de una corta escalinata de piedra que ascendía desde la puerta recién descubierta, brillando plácidamente en todo su esplendor estaba la luna llena, a la que nunca había visto antes, salvo en sueños y en vagas visiones que no me atrevía a llamar recuerdos.

Seguro ahora de que había alcanzado la cima del castillo, subí rápidamente los pocos peldaños que me separaban de la verja; pero en eso una nube tapó la luna haciéndome tropezar, y en la oscuridad tuve que avanzar con mayor lentitud. Estaba todavía muy oscuro cuando llegué a la verja, que hallé abierta tras un cuidadoso examen pero que no quise trasponer por temor a precipitarme desde la increíble altura que había alcanzado. Luego volvió a salir la luna.
De todos los impactos imaginables, ninguno tan demoníaco como el de lo insondable y grotescamente inconcebible. Nada de lo soportado antes podía compararse al terror de lo que ahora estaba viendo; de las extraordinarias maravillas que el espectáculo implicaba. El panorama en sí era tan simple como asombroso, ya que consistía meramente en esto: en lugar de una impresionante perspectiva de copas de árboles vistas desde una altura imponente, se extendía a mi alrededor, al mismo nivel de la verja, nada menos que la tierra firme, separada en compartimentos diversos por medio de lajas de mármol y columnas, y sombreada por una antigua iglesia de piedra cuyo devastado capitel brillaba fantasmagóricamente a la luz de la luna.
Medio inconsciente, abrí la verja y avancé bamboleándome por la senda de grava blanca que se extendía en dos direcciones. Por aturdida y caótica que estuviera mi mente, persistía en ella ese frenético anhelo de luz; ni siquiera el pasmoso descubrimiento de momentos antes podía detenerme. No sabía, ni me importaba, si mi experiencia era locura, enajenación o magia, pero estaba resuelto a ir en pos de luminosidad y alegría a toda costa. No sabía quién o qué era yo, ni cuáles podían ser mi ámbito y mis circunstancias; sin embargo, a medida que proseguía mi tambaleante marcha, se insinuaba en mí una especie de tímido recuerdo latente que hacía mi avance no del todo fortuito, sin rumbo fijo por campo abierto; unas veces sin perder de vista el camino, otras abandonándolo para internarme, lleno de curiosidad, por praderas en las que sólo alguna ruina ocasional revelaba la presencia, en tiempos remotos, de una senda olvidada. En un momento dado tuve que cruzar a nado un rápido río cuyos restos de mampostería agrietada y mohosa hablaban de un puente mucho tiempo atrás desaparecido.

Habían transcurrido más de dos horas cuando llegué a lo que aparentemente era mi meta: un venerable castillo cubierto de hiedras, enclavado en un gran parque de espesa arboleda, de alucinante familiaridad para mí, y sin embargo lleno de intrigantes novedades. Vi que el foso había sido rellenado y que varias de las torres que yo bien conocía estaban demolidas, al mismo tiempo que se erguían nuevas alas que confundían al espectador. Pero lo que observé con el máximo interés y deleite fueron las ventanas abiertas, inundadas de esplendorosa claridad y que enviaban al exterior ecos de la más alegre de las francachelas. Adelantándome hacia una de ellas, miré al interior y vi un grupo de personas extrañamente vestidas, que departían entre sí con gran jarana. Como jamás había oído la voz humana, apenas sí podía adivinar vagamente lo que decían. Algunas caras tenían expresiones que despertaban en mí remotísimos recuerdos; otras me eran absolutamente ajenas.

Salté por la ventana y me introduje en la habitación, brillantemente iluminada, a la vez que mi mente saltaba del único instante de esperanza al más negro de los desalientos. La pesadilla no tardó en venir, ya que, no bien entré, se produjo una de las más aterradoras reacciones que hubiera podido concebir. No había terminado de cruzar el umbral cuando cundió entre todos los presentes un inesperado y súbito pavor, de horrible intensidad, que distorsionaba los rostros y arrancaba de todas las gargantas los chillidos más espantosos. El desbande fue general, y en medio del griterío y del pánico varios sufrieron desmayos, siendo arrastrados por los que huían enloquecidos. Muchos se taparon los ojos con las manos y corrían a ciegas llevándose todo por delante, derribando los muebles y dándose contra las paredes en su desesperado intento de ganar alguna de las numerosas puertas.

Solo y aturdido en el brillante recinto, escuchando los ecos cada vez más apagados de aquellos espeluznantes gritos, comencé a temblar pensando qué podía ser aquello que me acechaba sin que yo lo viera. A primera vista el lugar parecía vacío, pero cuando me dirigí a una de las alcobas creí detectar una presencia... un amago de movimiento del otro lado del arco dorado que conducía a otra habitación, similar a la primera. A medida que me aproximaba a la arcada comencé a percibir la presencia con más nitidez; y luego, con el primero y último sonido que jamás emití -un aullido horrendo que me repugnó casi tanto como su morbosa causa-, contemplé en toda su horrible intensidad el inconcebible, indescriptible, inenarrable monstruo que, por obra de su mera aparición, había convertido una alegre reunión en una horda de delirantes fugitivos.

No puedo siquiera decir aproximadamente a qué se parecía, pues era un compuesto de todo lo que es impuro, pavoroso, indeseado, anormal y detestable. Era una fantasmagórica sombra de podredumbre, decrepitud y desolación; la pútrida y viscosa imagen de lo dañino; la atroz desnudez de algo que la tierra misericordiosa debería ocultar por siempre jamás. Dios sabe que no era de este mundo -o al menos había dejado de serlo-, y, sin embargo, con enorme horror de mi parte, pude ver en sus rasgos carcomidos, con huesos que se entreveían, una repulsiva y lejana reminiscencia de formas humanas; y en sus enmohecidas y destrozadas ropas, una indecible cualidad que me estremecía más aún.

Estaba casi paralizado, poro no tanto como para no hacer un débil esfuerzo hacia la salvación: un tropezón hacia atrás que no pudo romper el hechizo en que me tenía apresado el monstruo sin voz y sin nombre. Mis ojos, embrujados por aquellos asqueantes ojos vítreos que los miraba fijamente, se negaban a cerrarse, si bien el terrible objeto, tras el primer impacto, se veía ahora más confuso. Traté de levantar la mano y disipar la visión, pero estaba tan anonadado que el brazo no respondió por entero a mi voluntad. Sin embargo, el intento fue suficiente como para alterar mi equilibrio y, bamboleándome, di unos pasos hacia adelante para no caer. Al hacerlo adquirí de pronto la angustiosa noción de la proximidad de la cosa, cuya inmunda respiración tenía casi la impresión de oír. Poco menos que enloquecido, pude no obstante adelantar una mano para detener a la fétida imagen, que se acercaba más y más, cuando de pronto mis dedos tocaron la extremidad putrefacta que el monstruo extendía por debajo del arco dorado.

No chillé, pero todos los satánicos vampiros que cabalgan en el viento de la noche lo hicieron por mí, a la vez que dejaron caer en mi mente una avalancha de anonadantes recuerdos.

Supe en ese mismo instante todo lo ocurrido; recordé hasta más allá del terrorífico castillo y sus árboles; reconocí el edificio en el cual me hallaba; reconocí, lo más terrible, la impía abominación que se erguía ante mí, mirándome de soslayo mientras apartaba de los suyos mis dedos manchados.

Pero en el cosmos existe el bálsamo además de la amargura, y ese bálsamo es el olvido. En el supremo horror de ese instante olvidé lo que me había espantado y el estallido del recuerdo se desvaneció en un caos de reiteradas imágenes. Como entre sueños, salí de aquel edificio fantasmal y execrado y eché a correr rauda y silenciosamente a la luz de la luna. Cuando retorné al mausoleo de mármol y descendí los peldaños, encontré que no podía mover la trampa de piedra; pero no lo lamenté, ya que había llegado a odiar el viejo castillo y sus árboles. Ahora cabalgo junto a los fantasmas, burlones y cordiales, al viento de la noche, y durante el día juego entre las catacumbas de Nefre-Ka, en el recóndito y desconocido valle de Hadoth, a orillas del Nilo. Sé que la luz no es para mí, salvo la luz de la luna sobre las tumbas de roca de Neb, como tampoco es para mí la alegría, salvo las innominadas fiestas de Nitokris bajo la Gran Pirámide; y, sin embargo, en mi nueva y salvaje libertad agradezco casi la amargura de la alienación.

Pues aunque el olvido me ha dado la calma, no por eso ignoro que soy un extranjero; un extraño a este siglo y a todos los que aún son hombres. Esto es lo que supe desde que extendí mis dedos hacia esa cosa abominable surgida en aquel gran marco dorado; desde que extendí mis dedos y toqué la fría e inexorable superficie de pulido espejo.

*****

H. P. Lovecraft nació en el hogar familiar situado en el Nº 194 (hoy 454) de Angell Street, en Providence, capital del Estado de Rhode Island, el más pequeño de los Estados Unidos de América y uno de los seis que componen la Región de Nueva Inglaterra.

Howard Phillips Lovecraft era el hijo único de Winfield Scott Lovecraft (1853-1898) - representante de ventas de la Gorham Silver Company, dedicada al comercio de la plata - y de Sarah Susan Phillips Lovecraft (1857-1921), la segunda de cuatro hijos de Whipple Van Buren Phillips y Rhoby Alzada Place.

Lovecraft procedía de unos ancestros distinguidos: en cuanto a su línea materna, los Phillips, se podría rastrear su linaje casi hasta el "Mayflower", ya que los antepasados de su madre se podrían rastrear hasta la llegada de George Phillips a Massachusetts en 1630. Cuando Lovecraft visitó algunas de las tierras de sus antepasados al este del estado de Rhode Island, el nombre de Phillips era recordado con cariño y respeto (ver "Selected Letters" 2,81f.); su línea paterna era de origen británico y Lovecraft se podría rastrear hasta el apellido de Lovecraft o Lovecroft hasta el siglo XV.

A Howard, el pequeño Lovecraft, le gustaba frecuentar parajes extraños y apartados para poder dar rienda suelta a su desbordante imaginación. En esos sitios (cuevas, arboledas alejadas, etc.) él recreaba situaciones históricas o se ensimismaba en la observación de pequeños detalles, que para el resto de las personas pasaban totalmente inadvertidos, pero que a Lovecraft le fascinaban, como detenerse a escuchar a las hadas del bosque, o imaginar lo que podría existir en el espacio exterior. Quizás una de las razones por las que le gustaba tanto evadirse era por la estricta atadura a la que lo sometía su madre, diciéndole que él no debía jugar con niños de menor categoría, o insistiendo en que era feo y que nunca llegaría a triunfar.

Cuando Lovecraft tenía tres años, su padre sufrió una crisis nerviosa en la habitación de un hotel de Chicago, donde estaba alojado por motivos de trabajo, y le ingresaron en el Butler Hospital, Centro Psiquiátrico de Providence y fue incapacitado legalmente debido a una serie de trastornos de índole neurológica. A partir de ese momento y durante los siguientes cinco años, estuvo ingresado en varias ocasiones en este Hospital, donde murió el 19 de Julio de 1898 con el diagnóstico de paresia general, una fase terminal de la neurosíflis. Aunque algunos biógrafos afirman que al niño Lovecraft le informaron de que su padre estaba paralizado y en estado comatoso durante ese período, todas las evidencias parecen demostrar que no fue así.

Con la muerte del padre de Lovecraft, la educación del niño recayó sobre su madre, sus dos tías y en especial en su abuelo materno, un importante empresario llamado Whipple Van Buren Phillips. Muchos críticos consideran a la madre de Lovecraft la causante de todos los comportamientos peculiares y un tanto extravagantes que Lovecraft mostró durante su existencia. Parece ser que después de la muerte de Winfield (su marido), Sarah descargó todas las frustraciones de una burguesa venida a menos sobre su único hijo, sobreprotegiéndolo hasta límites demenciales y tratándole como si fuera su único bien en la tierra, favoreciendo así el desarrollo de unas determinadas características de personalidad, comunes en estos casos, que condicionarían su patrón conductual mientras vivió; entre otros aspectos destacados, prefiriendo las relaciones humanas con su pequeño entorno que le ofrecía una mayor seguridad antes que con un entorno social más amplio y deconocido que no controlaba debido a ese déficit en habilidades sociales óptimas por falta de aprendizajes adecuados en su infancia y adolescencia.

A diferencia de los mínimos efectos producidos en el niño Lovecraft por la muerte de su padre, en 1921 tuvo lugar la muerte de su madre, que supuso una fuerte conmoción. Ocurrió después de una larga enfermedad, que algunos biógrafos suelen relacionar con la sífilis de su padre, aunque en cualquier caso la realidad es que la causa inmediata de la muerte fue un posoperatorio deficiente después de una intervención quirúrgica de vesícula biliar.

Lovecraft fue un niño prodigio: recitaba poesía a los dos años, leía a los tres y empezó a escribir a los seis o siete años de edad. Uno de los géneros que más le apasionó en su infancia fue el de las novelas policíacas, llevándolo incluso a formar la "Agencia de detectives de Providence" a la edad de trece años. A los quince creó su primera obra, La bestia en la cueva, imitación de los cuentos de horror góticos. A los dieciséis escribía una columna de astronomía para el "Providence Tribune".

Una de las aficiones favoritas de Lovecraft era la lectura, y la inmensa biblioteca de su abuelo materno tuvo un papel decisivo al respecto. En ella descubrió (con un ejemplar de La Ilíada para niños entre las manos) el paganismo grecolatino y Las mil y una noches, a una edad muy temprana, aunque posteriormente (a los cinco años) se declaró ateo, convicción que mantuvo hasta su muerte. Esto ayudó a que su imaginación se desarrollase rápidamente en comparación con el resto de los chicos de su edad, produciéndole una falta de adaptación con estos. Cuando ellos querían jugar con espadas o a juegos fundamentalmente físicos, él prefería llevar a cabo entretenimientos más pausados e imaginativos, como representaciones históricas.

Aunque su mentalidad respondía a un racionalismo empirista, a Lovecraft le atraía la literatura imaginativa, seguramente influido por su escepticismo; encerrado en el pesimismo de la soledad y considerando que «el pensamiento humano es el espectáculo más divertido y más desalentador de la Tierra».

Debido a su falta de perseverancia y de salud, no asistió al colegio hasta los ocho años y tuvo que dejarlo después de un año. Durante su absentismo escolar, leía con voracidad. Adquirió conocimientos de química y astronomía, llegando incluso a escribir en algunas revistas científicas. Publicó varias revistas de circulación limitada, comenzando en 1899 con La Gaceta Científica. Cuatro años después, regresó a la escuela pública. Cursó dos años y medio en la Educación Secundaria, hasta que abandonó los estudios definitivamente.

La muerte de su madre y la pérdida de la riqueza familiar en 1921, le llevaron a abandonar la idea de llevar una vida dedicada a la escritura, obligándolo a trabajar en pequeños encargos, que en la mayoría de las situaciones consistirían en retocar escritos de otros autores, menos dotados para la escritura que él. Gracias a este tipo de trabajos conoció a muchos de los que después formarían el famoso "Círculo de Lovecraft", entre ellos Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth y otros más. Para estos escritores y "amigos", Lovecraft presentaba una gran diferencia entre su personalidad a través de cartas, frente a su forma de ser en persona. Lo definían como entusiasta y generoso, creativo y prodigio de inteligencia... pero también con una faceta racista que no abandonó hasta los últimos meses de su vida.

En 1924 se casa con Sonia Haft Greene, empleada en la United Amateur Press Association y siete años mayor que él, separándose de ella dos años después. Los motivos que Lovecraft argumenta para justificar la separación, son las grandes divergencias entre ambos y los problemas económicos... aunque también existen rumores -desmentidos por Sonia- sobre su horror a las relaciones sexuales. Tras la estancia en Brooklyn de dos años, Lovecraft retorna a Providence, donde vivirá con sus tías. Ya en Providence, se ve superado por la sensación de fracaso que lo rodea, abandonándose a la soledad y la frustración. En esta época disfruta de paseos nocturnos, que repercuten en su hundimiento personal, y crean una esfera invisible de miedos que nunca le permitirán recuperarse.

"Yo Soy Providence"En sus últimos años, su naturaleza enfermiza fue minando su salud. Su anormal sensibilidad a cualquier temperatura inferior a los 20º se agudizó hasta el punto de que se sentía realmente enfermo a tales temperaturas. Durante el último año de su vida, sus cartas estaban llenas de alusiones a sus malestares y dolencias. A finales de febrero de 1937, cuando contaba con cuarenta y seis años, ingresó en el hospital Jane Brown Memorial, de Providence. Allí murió a primeras horas de la mañana del 15 de marzo de 1937, de cáncer intestinal complicado con la denominada enfermedad de Bright. Aunque actualmente este término no suele utilizarse se refiere a una serie de enfermedades inflamatorias de los riñones. Es decir, parece ser que Lovecraft tuvo una complicación de su enfermedad tumoral intestinal con una grave insuficiencia renal que provocó su fallecimiento. El diagnóstico de su enfermedad tuvo lugar apenas un mes antes de su muerte.

Fue enterrado tres días después en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point; aunque su nombre está inscrito en la columna central, ninguna lápida señala su tumba. Muchos años después de su muerte, en la lápida que le erigió un grupo de aficionados puede leerse una línea tomada de una de sus miles de cartas que escribía a sus corresponsales: "Yo soy Providence".

MANTRA : KALI CHAALISA // SANSCRITO // HINDU

MANTRA

Kali Chaalisa


Sanskrito:

Fraseología:
Jayati del mahakali de Jayati, jayati del vadane del karala del mata I Jai del kali del adya, vikhyata II del matu del jagata
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
Pracandika del rupa del jai de Jai, devi I del mahakalika
Siva-candrika del jayati de Jayati, sevi II del munijana de Nara del sura

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
Raktasana del jayati de Jayati, rudrani I del raudramukhi
bharani del khappara del sonita del ari, pani II del suci del dharini del khaRaga
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
vali II del khappara del kara del khaRaga del jayati del kali I del sri del maiya del jai del jai del jai
kala II del ko del kalahum del rudra-sakti del vikarla I del mahamaya del jayati

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
tu II del SE del tana del ke del hari del sri del pragati del hetu I del vadha del ke del kaitabha del madhu del mam
mohata II del chavipati del lakhi del chavi del sama del ravi del sohata I del tava del mata del gata del syamala
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
suhavana II del mukuta del sasi del bala del bhala del bhavana I del mana del netra del tisa del mukha del dasa
sugheri II del ghata del janu del kesa del syama del teri I del mam del sakai del varani del chavi del ko
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
virajata II del hasta del dasa del sastra del astra del chajata I del chavi del mundamala del ari del ura
sudhari II del samkha del dhanu del cakra del gada del kuthari I del trisula del khaRaga del khappara
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
sajai II del bhusana del suci del amga-amga del rajai I del ghamghara del katana del kra del ari
vikarala II del rupa del visala del jihi del karala I del carana del dasa del rakta del ramjita

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
dharati II del thara-thara del thara-thara del kampata del karati I del mam del attahasa del jabahim
adhisthatri II del ki del pralaya del maha del dhatri I del jaga del dhani del sakti del adi
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
bhayamkara II del vadana del bahara del rasana del samkara I del sri del pragata del carana del tava del mam
vali II del sivapura del sri del sahasabhuji del kali I del ke del kalakatte del dhani del dhani
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
x-grama II del yaha del hoi del ananda del ati del dhama I del jana del dhana del sukha del santi del bharahu
abhilasa II del karahu del pura del maiya del sundaradasa I del vinavahi del puni del puni
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
vali II del kara del murali del candrahasa del kali I del ki del rupa del krsna del sri del tu hola
astadasakari II del dasabhuja del kahum del dhari I del astabhuji del tanu del caturbhuji

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
marata II del ari del kri del bhuja del sahasra del kahun del dharata I del bhuja del causatha del battisa del kahun
vali II del risi del rasana del tiksnadanta del vali I del nisi del ardha del sakti del hari del tu

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
samharini II del khala del candrika del rudra del dharini I del kahRaga del raktacandika
vali II del nivasini del khoha del kali del kali I del adya del satasrmgi del sri
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
vaiatali II del hanani del kamsa del tumhim del siramali I de Nara del tuhi del matu del adi
pyasi II del ki del rakta del ke del khalana del sada del kailasi I del bhadrakali del tumhim

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
bhara II del khappara del sonita del bhara-bhara-bhara del kara I del satru del kati del sira del khaca-khaca-khaca
kara II del khalana del rakta del chala-chala-chala-chala del kara I del bhaksana del danava del dala-dala-dala
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
mata II del kali del sri del dhani-dhani-dhani del nipata I del karahu del ari del gani-gani-gani
sahai II del hou del tu del asa del purahu del mai I del kaham del dasa del aradasa del yahi
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
pukari II del aja del maiya de ka del kehi del bhari I del aba del samkata del garha del paryo
drohi II del ko del raghupati del cahata del karana del mohi I del maga del lagyo del cora del cari
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
sarupa II del lobha del moha del krodha del kama del bhupa I de ka del satruna del yehi del hai
murari II del bhagavanta del milahim del tabahim del pachari I del anta del yadi del dehum del inhim

Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
tamta II del ke del khalana del sapadi del toRahu del mata I del yaha del arja del ika del dujo
vyadhi II del baka del pamara del badakarmi del aparadhi I del maha del dusta del jete
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
pavata II del na del ho del subha del karma del dharma del satavata I del aparadha del binu del nita del jo
khali II del na del hoya del ki del putra del bacana del hali I del ja del caki del tu del matu del tinhim
Hindu:

Sanskrito:

Fraseología:
mata II del dikhavahu del sakti del adbhuta del mata I del avahu del aindri del bani del puni
abari II del karahu del jani del matu del mori del samhari I del khalahim del lehu del jhatapatax

Hindu:

Sanskrito:

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Traduccion: La traduccion es aproximada,ya que ha sido traducida por programa informatico, sera aproxmada:


Kali Chaalisa

¡Victoria a ti, O Mahakali! ¡Victoria a ti, fuente primordial de O de todos los seres! ¡Victoria a ti, diosa que mira formidable de O, que es renombrado como la misma madre del mundo!
*****
¡Victoria, toda la victoria a ti, diosa Mahakalika de O a la gran, del aspecto terrible y espantoso! Victoria a ti, luna de O en las cerraduras de Siva, que son adoradas siempre por los dioses, los hombres, los ermitaños, y los devotos.
*****
Victoria, toda la victoria a ti, consort de O de Rudra; eres temible mirar y preferir una bebida de la sangre caliente; te describen como teniendo una espada en tu mano ahuecada y como una quién llena su tazón de fuente craneal de la sangre de su víctima.
*****
Gloria, gloria, toda la gloria a ti, O Kali, el portador de un tazón de fuente craneal y de una espada en tus manos. Victoria a ti, al Delusion terrible de O, a la fuerza de Rudra, y a la misma muerte de la muerte.
*****
Madre de O, está para la matanza de los demonios Madhu y Kaitabha ese tú appeard del cuerpo de Hari. La madre de O, tu radiante oscuro de la forma como el sol mira tan espléndido winsome que no puede el dios de la belleza mismo solamente sccumb a su encanto
*****
Te diez-hacen frente con treinta ojos atractivos, la luna crescent y un coronet encantador en tu cabeza, madre divina de O; ¿quién puede describir tu comeliness y tu pelo oscuro como las nubes formadas?
*****
La belleza de la guirnalda hecha miradas de los cráneos de tus víctimas' espléndida al igual que las armas y los misiles en todas tus diez manos. Llevas un tazón de fuente craneal, una espada, a three-progned trident, un hacha, un club, un disco, un arco y una concha, todo en sus lugares apropiados.
*****
La falda hermosa hecha de los brazos separados de tus enemigos mira tan que se convierte como los ornamentos sagrados que adornan a cada parte de tu cuerpo. Tus pies todos de diez pavores se manchan con sangre y tu lengüeta larga se pega hacia fuera, haciendo tu aspecto espantoso.
*****
Cuando, la madre de O, tú ríe en voz alta, los shives de la tierra (como uno que sufre de frialdades que sacudaren). Bendicen te, energía primordial de O y fomentar-madre del mundo, eres deity de presidencia de la condenación (quién causa la destrucción universal).
*****
¡Madre Kali de O! Es tus pies divinos que hicieron el aspecto de Siva posible en el mundo; tienes la lengüeta de largo que resalta y una mirada espantosa. Bendicen, bendecido todo te, madre Kali de O de Calcutta, mil-se arman que y que tiene tu domicilio en Sivapura.
*****
¡O Kali! pues Sita tú era instrumental en causar la destrucción y Raghupati de Ravana que, apareciendo, llegaron a ser amorosos de los pies del señor. Asumiste las formas mul'tiples para el bienestar, la paz y la felicidad del mundo.
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Te manifestaste bajo la forma de Krsna y dejaste tu espada misterioso ser transformado en una flauta en su mano. Adquieres a veces la forma de Visnu con sus cuatro brazos, en otras veces de una (Durga, por ejemplo) teniendo ocho brazos, a inmóvil otra la una que tiene diez o dieciocho brazos.
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Apareces a veces con los brazos del thirty-two, en otras veces con apenas el doble de este número, y en otras inmóviles multiplicarte los brazos en mil para matar a tus enemigos. Eres la misma energía de Hari invocada con rezo en la medianoche; tienes colmillos agudos largos y una lengüeta que resalta que demuestra tu naturaleza blood-thirsty y temible.
*****
Eres combatiente furioso (raktacandika) con una espada en tu mano (te demuestran generalmente en el campo de batalla o en una cremación molida donde te sientas en un cadáver rodeado por jackals y goblins); inmediatamente estás calmando como la luna y temible como Rudra y el asesino del travieso. Eres sublimas como cientos montañas enarboladas y deity primordial de la tez negra u oscura. Moras entre obscuridad, untrodden cavernas.
*****
Eres la madre original (de todos los seres) y al mismo tiempo un deity del pavor con las cabezas humanas para tu garland; eres el mismo asesino de Kamsa y del subduer de fantasmas y goblins; eres Bhadrakali, un habitante en Kailasa y uno quién los thrists para la sangre del travieso.
*****
Pulsas repetidas veces de las cabezas de tus enemigos (con tu espada de reducción radical) y llenas tu tazón de fuente craneal de la sangre (que exuda de los cadáveres). Gorge en el anfitrión del demonio uno tras otro y acometiendo sin cesar la vertiente su sangre traviesa.
*****
Bendicen, bendecido, bendecido todo te, madre Kali de O, que hace a tus enemigos lamer el polvo uno tras otro. Entreat a te, a madre de O, para satisfacer las expectativas de tu votary y para concederte tu favor.
*****
Estoy en un lío peligroso, madre de O, y sé no quién para llamar para la ayuda. A cuatro ladrones me estoy persiguiendo en los caminos ásperos de la vida que están doblados sobre darme vuelta contra el señor de la casa de Raghus, Rama.
*****
Éstos son mis enemigos primeros, los señores soberanos de todos los males mortales; lujuria, cólera, infatuation y avaricia. Si los derrocas (y abandonarme no a mis apuros), me bendecirían con la dedicación al enemigo de Mura, a saber, señor Krsna
*****
También te impulso, madre, poner fin a la cadena interminable del travieso (doblado en el disgusto de mí) inmediatamente. Todas esas almas traviesas, que son sinners confirmados, los mal-doers, medio, y sufren de volubility ocioso y del rechino inútil.
*****
Los que causen el vexation sin ser provocado, y que hacen todas las actividades propicias de las observancias religiosas infructuosas, tomas, madre de O, y las matas sin retrasas; dejado no este rezo de tu hijo entrar en inútil.
*****
Entreat a te, a madre de O, para revelarse como la energía de Indra (o como Indrani o como Durga) y para exhibir tu fuerza maravillosa. Matar a bandidos sin más futuro retrasa puntualmente.
*****
Llenar los hogares de tus devotos de paz, de felicidad y de prosperidad, de modo que este campo se convierta en asiento del exultation y del felicity cada vez mayor. Sundardasa arquea a ti repetidas veces, a la madre de O, y a los supplicates tú para satisfacer su expectativa.

martes, febrero 27, 2007

HONGOS DE YUGGOTH// POEMAS DE HORROR COSMICO


HONGOS DE YUGGOTH //H.P. LOVERCRAFT

Poemas de horror cósmico

VIENTOS ESTELARES

Es la hora de la penumbra crepuscular,
Casi siempre en otoño, cuando el viento estelar se precipita
Por las calles altas de la colina, que aunque desiertas
Muestran ya luces tempranas en cómodas habitaciones.
Las hojas secas danzan con giros extraños y fantásticos,
Y el humo de las chimeneas se arremolina con gracia etérea
Siguiendo las geometrías del espacio exterior,
Mientras Fomalhaut se asoma por las brumas del Sur.
Ésta es la hora en que los poetas lunáticos saben
Qué hongos brotan en Yugoth, y qué perfumes
Y matices de flores, desconocidos en nuestros pobres
Jardines terrestres, llenan los continentes de Nithon.
¡Pero por cada sueño que nos traen estos vientos
Nos arrebatan una docena de los nuestros!

SIRENAS PORTUARIAS

Por encima de viejos tejados y agujas desconchadas
Las sirenas del puerto cantan durante toda la noche;
Gargantas venidas de puertos extraños, de blancas playas lejanas
Y océanos fabulosos, concertadas en coros abigarrados.
Ajenas unas a otras, no se conocen entre sí,
Pero todas, por obra de alguna fuerza oscuramente concentrada
Desde abismos ensimismados más allá del curso del Zodiaco,
Se funden en un misterioso zumbido cósmico.
A través de vagos sueños organizan un desfile
De formas aún más vagas, insinuaciones y visiones;
Ecos de vacíos exteriores e indicios sutiles
De cosas que ni ellas mismas pueden definir.
Y siempre en ese coro, tenuamente entreveradas,
Captamos algunas notas que ningún buque terrenal emitió jamás.

NYARLATHOTEP

Y al fin vino del interior de Egipto
El extraño Oscuro ante el que se inclinaban los fellás;
Silencioso, descarnado, enigmáticamente altivo
Y envuelto en telas rojas como las llamas del sol poniente.
A su alrededor se apretaban las masas, ansiosas de sus órdenes,
Pero al marcharse no podían repetir lo que habían oido;
Mientras por las naciones se propagaba la pavorosa noticia
De que las bestias salvajes le seguían lamiéndole las manos.
Pronto comenzó en el mar un nacimiento pernicioso;
Tierras olvidadas con agujas de oro cubiertas de algas;
Se abrió el suelo y auroras furiosas se abatieron
Sobre las estremecidas ciudadelas de los hombres.
Entonces, aplastando lo que había moldeado por juego,
El Caos idiota barrió el polvo de la Tierra.

AZATHOTH

El demonio me llevó por el vacío sin sentido
Más allá de los brillantes enjambres del espacio dimensional,
Hasta que no se extendió ante mí ni tiempo ni materia
Sino sólo el Caos, sin forma ni lugar.
Allí el inmenso Señor de Todo murmuraba en la oscuridad
Cosas que había soñado pero que no podía entender,
Mientras a su lado murciélagos informes se agitaban y revoloteaban
En vórtices idiotas atravesados por haces de luz.
Bailaban locamente al tenue compás gimiente
De una flauta cascada que sostenía una zarpa monstruosa,
De donde brotaban las ondas sin objeto que al mezclarse al azar
Dictan a cada frágil cosmos su ley eterna.
“Yo soy Su mensajero”, dijo el demonio,
Mientras golpeaba con desprecio la cabeza de su Amo.

NECRONOMICON
Abdul Al-Hazred


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Descripción


Según Lovecraft, el Necronomicón es un libro de saberes arcanos y magia ritual, cuya sola lectura provoca la locura y la muerte. Pueden hallarse en él fórmulas olvidadas que permiten contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder. También incluye multitud de rituales para resucitar a los muertos, viajar a las dimensiones donde habitan estos seres sobrenaturales, etc.
El Necronomicón aparece en gran parte de los escritos de Lovecraft, que cita también otros libros imaginarios, como De vermis mysteriis (que se traduce del latín como "Sobre los misterios del gusano") y Le culte des goules (que en francés quiere decir "El culto de los gules"). En este caso no se refiere al color rojo utilizado en heráldica, sino a los gules, seres mencionados en la mitología de la Mesopotamia asiática, que se consideraban como "muertos" que llevaban una especie de vida nocturna a expensas de los vivos, devorando sus cadáveres. Resultan similares a las "larvas" y "lémures" de los latinos, a las mormos de los antiguos griegos, o a los más conocidos "vampiros" de Europa centrooriental. El tratado sobre los gules se atribuye al ficticio autor Conde D'Erlette (un guiño a August Derleth, discípulo de Lovecraft).

"Orígenes" del texto

Según los mitos pergeñados por Lovecraft, el libro fue escrito con el título de Al Azif (al azif, en árabe: "el rumor"... de los insectos por la noche, rumor que en el folclore arábigo se atribuye a djins y guls) alrededor del año 730 d.C. por el poeta árabe loco Abdul Al-Hazred, de Sana (Yemen). Se dice que Alhazred murió a plena luz del día bajo las garras de una bestia invisible, delante de numerosos testigos.
Lovecraft abunda en datos para hacer verosímil la existencia del libro. Por ejemplo cita como uno de sus compiladores a Ibn Khallikan, erudito iranioárabe que existió realmente.
Hacia el año 950 fue traducido al griego y adoptó el título actual griego: Necronomicón.
Comenzó a tener una rápida difusión entre los filósofos y hombres de ciencia de la Baja Edad Media. Sin embargo, los horrendos sucesos producidos en torno al mismo hicieron que la Iglesia Católica lo condenara en el año 1050. En el año 1228 Olaus Wormius tradujo el libro al latín, en la que es la versión más famosa, pues (siempre según la ficción lovecraftiana) aún quedan algunos ejemplares de ella, mientras que los originales árabe y griego se han perdido (o al menos eso es lo que se cree).

Ficción verosímil

Obviamente el libro es ficticio, ya que Lovecraft en repetidas ocasiones lo afirma en correspondencia que sostuvo con su círculo de amigos. De hecho, el famoso árabe loco Abdul Alhazred no es más que un apodo que él mismo se puso en la infancia, inspirado en la reciente lectura de Las mil y una noches.
Lovecraft logró hacer un excelente engaño al dar presuntos datos respecto al Necronomicón. Por ejemplo, señalaba que quedaban muy pocos ejemplares de tal libro "prohibido" y "peligroso". En el cuento "El horror de Dunwich" se ubican ejemplares en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad de San Marcos de Lima, en la Biblioteca de Widener de Harvard, la Biblioteca Nacional de París, en el Museo Británico y en la inexistente Universidad de Miskatonic en la ciudad de Arkham (que aparece repetidamente en los cuentos de Lovecraft). Es así que muchos creen efectivamente en la existencia de tal libro y se han dado casos de sujetos estafados al comprar los supuestos "originales" del Necronomicón.
Sin lugar a dudas, este libro tiene la fama de dar pie a las más grandes confusiones. Se pueden encontrar páginas en internet que pretenden desvelar sus misterios y hasta lugares donde se ofrece a la venta. Es frecuente que se cometan estafas, ofreciendo como "ejemplares del Necronomicón" réplicas de grimorios medievales.
Una leyenda urbana cuenta que una vez un estudiante de alguna universidad del mundo gastó la broma de incluir su ficha en el registro de la biblioteca y así el Necronomicón fue pedido insistentemente (incluso por profesores). Se dice que Jorge Luis Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina asi, como en el catalogo de la biblioteca de Santander (españa) aparecia tambien una versión latina del mismo.

El hecho, es que esto, no es una leyenda humana, en el gran auge de LOVERCRAFT, posterior a su muerte, multitudes de estudiantes, y gente normal, se aventuraban en las biblitecas de todo el mundo a buscar el preciado Necronomicon, hasta que al final, estos buscadores de Tesoros perdidos, empezaron a introducir fichas del libro, en los listados de infinidad de bibliotecas de todo el mundo, muchas fueron retiradas, a consecuencia de la gran demanda de un libro que aunque tenian en listado, no lo tenian ; y hasta llego a traer de cabeza a mas de un bibliotecario de Universidad, pero tal era el revuelo sobe el Necronomicon, que en "muchas bibliotecas, no retiraron las fichas", era como una broma de los biblitecarios al personal asistente a las bibliotecas, con una pequeña muestra de humor, les decian que este libro no existia, pero aun hoy en dia, hay fichas del Necronomicon en algunos lugares del mundo.

Nota: Tal fue la credibilidad de los Mitos de Ctulhu, y Del mismo Necronomicon, que la sola entrada de la palabra Necronomicon en un buscador de Internet, da miles de entradas, hasta de ventas del libro, aunque este libro, son recopilaciones de cuentos de Lovercraft, o un libro, que dicen que es "satanista" que aunque lleve el nombre Necronomicon, se llama The Black Book, por supuesto, nada que ver con el Necronomicon.

domingo, febrero 25, 2007

CITAS CELEBRES II

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
Heinrich Heine
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La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla.
Friedrich Nietzsche
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Una vez al año es lícito hacer locuras.
San Agustín
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Es cierto que no te quiero tanto como cuando éramos novios, pero es que a mi nunca me han gustado las mujeres casadas
Proverbio americano
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Nunca escribo mi nombre en los libros que compro hasta después de haberlos leído, porque sólo entonces puedo llamarlos míos.
Carlo Dossi
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Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo.
Proverbio árabe
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Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: "Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión".
Heinrich Heine
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No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos.
Clive Staples Lewis
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El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir.
Albert Einstein
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El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.
Inmanuel Kant
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Si quieres ser sabio,aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y acallar cuando no tengas nada que decir.
Johann Kaspar Lavater
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Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.
San Agustín
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El sabio sabe que ignora.
Confucio
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Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía.
Heinrich Heine
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No se viaja para ir a ninguna parte, sino para ir.
Robert Louis Stevenson
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Viajar es una buena forma de aprender y de superar miedos.
Luis Rojas Marcos
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La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.
Victor Hugo
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Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.
Samuel Johnson
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El tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses.
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En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
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Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo.
Paulo Coelho
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Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Miguel de Unamuno
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Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.
Mahatma Gandhi
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La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Ernest Hemingway
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La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.
Sigmund Freud
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Bueno es dar cuando nos piden; pero mejor es dar sin que nos pidan, como buenos entendedores.
Khalil Gibran
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Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón.
Pitágoras de Samos
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La tarea que enfrentan los devotos de la no violencia es muy difícil, pero ninguna dificultad puede abatir a los hombres que tienen fe en su misión.
Mahatma Gandhi
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Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.
Mahatma Gandhi
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La violencia es el miedo a los ideales de los demás.
Mahatma Gandhi
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La violencia es el último recurso del incompetente.
Isaac Asimov
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La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz.
Thomas Mann
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La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.
John Lennon
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No se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá usted vivo de ella.
Elbert Hubbard
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Perdonamos fácilmente a nuestros amigos los defectos en que nada nos afectan.
François de la Rochefoucauld
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La única manera de ser feliz es que te guste sufrir.
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Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
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¿Existe el Infierno? ¿Existe Dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?
*********
En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón.
*********
No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.
*********
Lo que más odio es que me pidan perdón antes de pisarme.
Woody Allen
*********
El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.
*********
Perdonar es no tener demasiado en cuenta las limitaciones y defectos del otro, no tomarlas demasiado en serio, sino quitarles importancia, con buen humor, diciendo: ¡sé que tú no eres así!Robert Spaemann
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Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.
Oscar Wilde
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Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.
Khalil Gibran
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Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no está en su naturaleza.
Laurence Sterne
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Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.
Agatha Christie
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La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Albert Einstein

viernes, febrero 23, 2007

THEATRES DES VAMPIRES - LIRICS//TEXTOS SATANICOS

Ángel de la lujuria



Majestuoso con su belleza oscura llena de dolor,
debajo del cielo él permanece y está vagando en la noche de la lujuria
Él está buscando a víctima siguiente el alma perdida siguiente;
el ángel caído del cielo necesita a alguna víctima

Él es así que triste en este momento que él te está buscando…
En el alma del dios ruegas tu rezo pero para ti
Desear la luz del ángel ...... ¡Luz de Lucifer!
La luna revela la esperanza de Prodigy

¡Gritarás esta noche en que el ángel de la lujuria vendrá…
traerte con él…
al infierno!

¡Tú! La Virgen del lago tus rasgones son perlas
Drenado por los ángeles que la lengüeta aguda
te dejó caer en el abrazo del mal,
dios no puede ahorrarte esta noche…

Amo de Lucifer de la brutalidad elegante

La Virgen encantó por el vistazo penetrante de su amo que ella está gritando,
ya oye los sollozos

La noche con sus alas cubre la ceremonia de almas

¡Eres la virgen de Lucifer!
Te quemarás en el lago de llamas.

Entrarás en el mundo infernal que te maldecirán

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INCUBO #1

Nunca he estado tan cerca de muerte…
He podido tocar ligeramente sus manos frías

He sentido su presencia durante mi estancia en Macabria.

Éste es quizá el reinado que a nosotros todo tiene que contar con…
los flujos del pecado en mis venas.

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INCUBO #2


Soy hijo de esta oscuridad
Esclavo y amo del dolor y del placer interminable.
Este sueño azota mi mente y las criaturas son parte de él que me causa este pavor carnal.
La sinfonía de la muerte que despierta los sentidos ocultados… adula y embriaga el alma que la conduce al PECADO.

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Luciferia


Hay una manera oscura en la madera antigua
Donde los fantasmas y la caminata muerta
Ella ha encantado ojos; ella tiene la energía del infierno
Bruja espiritu , espirutu de la bruja... de la bruja... de la bruja………

Hay un olor de la muerte… Luciferia
Una sinfonía del infierno… Luciferia

Ella era una muchacha hermosa…
pero el dolor para la muerte de su hijo era grande…
El corazón se convierte en de piedra…
congelado…
allí no es ningún lugar para la alegría
Los ojos ,espiritu de los ojos…… eyes… ojos ,espiritu...
Ella duerme en su ataúd en la espera antigua del cementerio…
para la ceremonia de la espera de la muerte……

Las palabras espirituales del libro rojo de Macabria

jueves, febrero 22, 2007

LA LUNA Y LA MUERTE // FEDERICO GARCIA LORCA




La Luna y la Muerte


La luna tiene dientes de marfil.
¡Qué vieja y triste asoma!
Están los cauces secos,
los campos sin verdores
y los árboles mustios
sin nidos y sin hojas.
Doña Muerte, arrugada,
pasea por sauzales
con su absurdo cortejo
de ilusiones remotas.
Va vendiendo colores
de cera y de tormenta
como un hada de cuento
mala y enredadora.
La luna le ha comprado
pinturas a la Muerte.
En esta noche turbia
¡está la luna loca!
Yo mientras tanto pongo
en mi pecho sombrío
una feria sin músicas
con las tiendas de sombra.


Federico García Lorca

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